A mi pensamiento, de Gabriel Álvarez de Toledo | Poema

    Poema en español
    A mi pensamiento

    Errante pensamiento 
    que con ligeras alas, 
    huésped del orbe todo. 
    sólo eres peregrino de tu patria: 

    suspende un poco el vuelo, 
    y alguna vez, de tantas. 
    escúchate a ti propio, 
    si cabe tu delirio en tus palabras. 

    ¿Qué implicación es ésta, 
    que con fatigas vanas, 
    es la inquietud tu centro, 
    y en tu misma inquietud aún no descansa? 

    ¿Buscas el bien? No hay duda; 
    pues tu violencia blanda 
    es el imán que inclina 
    el voluntario fiel de tu balanza. 

    ¿Qué oculto bien es éste, 
    que en criaturas tantas, 
    en ninguna responde, 
    y para que le busque, en todas llama? 

    Si en la tierra le buscas, 
    su firmeza retrata; 
    pero no vive exenta 
    de la inviolable ley de la mudanza. 

    Si en el mar, por inmenso, 
    tus atenciones paras, 
    para llorar tu engaño, 
    te dará los raudales de sus aguas. 

    El viento te murmura 
    con la voz de sus auras, 
    que busques el sosiego 
    en la esfera fugaz de la inconstancia. 

    Si el fuego solicitas, 
    cual mariposa incauta, 
    por gloria de sus luces, 
    encuentras el tormento de sus llamas. 

    Todos el bien procuran, 
    y es consecuencia clara 
    el que en sí no le tienen 
    pues nadie solicita lo que alcanza. 

    ¿Qué dicha es ésta, cielos, 
    de condición tan rara, 
    que ni puedo adquirirla, 
    ni cabe en mi poder el no buscarla? 

    Si eres bien, ¿cómo afliges? 
    Si eres mal, ¿cómo arrastras? 
    ¡Oh misterio, que mudo, 
    explicas más allá de lo que callas! 

    ¿De qué le sirve al ave 
    batir la pluma osada, 
    si la pihuela burla 
    el conato ligero de sus alas? 

    Ni despreciarla puedes, 
    ni a conseguirla bastas; 
    ¿Cómo será esta dicha, 
    que ni puedo saberla, ni ignorarla? 

    Mas ¿qué clamor es éste 
    que en lo interior del alma 
    siempre escucho sus voces, 
    aunque nunca percibo sus palabras? 

    Con silencioso acento 
    siempre tenaz contrasta 
    la engañosa dulzura 
    de la sirena infiel que me arrebata. 

    Escuchémosle un rato, 
    por ver si nos declara 
    la duda de esta dicha, 
    que es imposible, siendo necesaria. 

    Digamos cómo acusa 
    tu ilusión obstinada, 
    y cómo a sus verdades 
    aun las mentiras prestan eficacia... 

    Díes es el bien que buscas 
    ¡y tu ciega ignorancia 
    aquel inmenso todo 
    busca en las criaturas, en la nada! 
      
    Búscale, pues te busca; 
    óyele, pues te llama; 
    que descansar no puedes, 
    si en su divino centro no descansas. 

    Gabriel Álvarez de Toledo y Pellicer de Tovar fue un poeta, historiador y teólogo español de ascendencia portuguesa. Bibliotecario mayor de Felipe V, tuvo una vida cortesana. Sin embargo, daba grandes limosnas y ejercía como un auténtico asceta en su proceder moral. Destacado políglota, conocía las lenguas clásicas, las semíticas y varias lenguas modernas, como el francés, el italiano y el alemán. Perteneció a la Orden de Santiago y fue uno de los fundadores de la Real Academia Española. Como poeta, pertenecen a su primera época los versos burlescos de Burromaquia, un extenso poema de épica burlesca en romance heroico. Heredero de la estética del siglo XVII despunta en su obra cierto cariz neoclásico. Sus obras poéticas: Romance al martirio de San Lorenzo, A mi pensamiento, Historia de la Iglesia y del mundo... aparecieron tras su muerte en Madrid en 1744, gracias a la preocupación de don Diego de Torres Villarroel, quien las publicó bajo el título Obras pósthumas poéticas, con la Burromaquia.