Rima 34. Cruza callada y son sus movimientos, de Gustavo Adolfo Bécquer | Poema

    Poema en español
    Rima 34. Cruza callada y son sus movimientos

    Cruza callada, y son sus movimientos 
    silenciosa armonía; 
    suenan sus pasos, y al sonar recuerdan 
    del himno alado la cadencia rítmica. 

    Los ojos entreabre, aquellos ojos 
    tan claros como el día, 
    y la tierra y el cielo, cuanto abarcan 
    arde con nueva luz en sus pupilas. 

    Ríe, y su carcajada tiene notas 
    del agua fugitiva; 
    llora, y es cada lágrima un poema 
    de ternura infinita. 

    Ella tiene la luz, tiene el perfume, 
    el color y la línea, 
    la forma, engendradora de deseos, 
    la expresión, fuente eterna de poesía. 

    ¡Que es estúpida! ¡Bah! Mientras callando 
    guarde oscuro el enigma, 
    siempre valdrá lo que yo creo que calla 
    más que lo que cualquiera otra me diga. 

    Gustavo Adolfo Bécquer, pseudónimo de Gustavo Claudio Domínguez Bastida, nació en Sevilla en 1836, e ingresó a los diez años en un colegio de huérfanos. Vivió más tarde con su madrina, donde empezó a leer a los autores realistas y románticos. En 1854 se instaló en Madrid. En 1857, sufrió una grave enfermedad. Posteriormente se dedicó al periodismo. Entre 1859 y 1861 escribe las primeras rimas y siete leyendas. En 1863 se recluye en el monasterio de Veruela, donde escribió Cartas desde mi celda. En 1868 Bécquer rompe con su esposa y se instala en Toledo. Reescribe las rimas. En 1870 muere su hermano Valeriano, el pintor, y tres meses más tarde él, en Madrid. Además de como poeta, donde revela una extrema sensibilidad, destaca como prosista, donde combina con maestría lo terrorífico y lo legendario.