Antes que tú me moriré: escondido 
en las entrañas ya 
el hierro llevo con que abrió tu mano 
la ancha herida mortal. 
Antes que tú me moriré: y mi espíritu 
en su empeño tenaz 
se sentará a las puertas de la muerte 
esperándote allá. 
Con las horas los días, con los días 
los años volarán, 
y a aquella puerta llamarás al cabo... 
¿Quién deja de llamar? 
Entonces que tu culpa y tus despojos 
la tierra guardará 
lavándote en las ondas de la muerte 
como en otro Jordán: 
Allí donde el murmullo de la vida 
temblando a morir va, 
como la ola que a la playa viene 
silenciosa a expirar: 
Allí donde el sepulcro que se cierra 
abre una eternidad, 
todo cuanto los dos hemos callado 
allí lo hemos de hablar.
Gustavo Adolfo Bécquer, pseudónimo de Gustavo Claudio Domínguez Bastida, nació en Sevilla en 1836, e ingresó a los diez años en un colegio de huérfanos. Vivió más tarde con su madrina, donde empezó a leer a los autores realistas y románticos. En 1854 se instaló en Madrid. En 1857, sufrió una grave enfermedad. Posteriormente se dedicó al periodismo. Entre 1859 y 1861 escribe las primeras rimas y siete leyendas. En 1863 se recluye en el monasterio de Veruela, donde escribió Cartas desde mi celda. En 1868 Bécquer rompe con su esposa y se instala en Toledo. Reescribe las rimas. En 1870 muere su hermano Valeriano, el pintor, y tres meses más tarde él, en Madrid. Además de como poeta, donde revela una extrema sensibilidad, destaca como prosista, donde combina con maestría lo terrorífico y lo legendario.