Rima 4. No digáis que agotado su tesoro, de Gustavo Adolfo Bécquer | Poema

    Poema en español
    Rima 4. No digáis que agotado su tesoro

    No digáis que agotado su tesoro, 
    de asuntos falta enmudeció la lira; 
    podrá no haber poetas, pero siempre 
    habrá poesía. 

    Mientras las ondas de la luz al beso 
    palpiten encendidas, 
    mientras el sol las desgarradas nubes 
    de fuego y oro vista, 
    mientras el aire en su regazo lleve 
    perfumes y armonías, 
    mientras haya en el mundo primavera, 
    ¡habrá poesía! 

    Mientras la ciencia a descubrir no alcance 
    las fuentes de la vida, 
    y en el mar o en el cielo haya un abismo 
    que al cálculo resista, 
    mientras la humanidad, siempre avanzando 
    no sepa a do camina, 
    mientras haya un misterio para el hombre, 
    ¡habrá poesía! 

    Mientras se sienta que se ríe el alma, 
    sin que los labios rían; 
    mientras se llore, sin que el llanto acuda 
    a nublar la pupila; 
    mientras el corazón y la cabeza 
    batallando prosigan, 
    mientras haya esperanzas y recuerdos, 
    ¡habrá poesía! 

    Mientras haya unos ojos que reflejen 
    los ojos que los miran, 
    mientras responda el labio suspirando 
    al labio que suspira, 
    mientras sentirse puedan en un beso 
    dos almas confundidas, 
    mientras exista una mujer hermosa, 
    ¡habrá poesía! 

    Gustavo Adolfo Bécquer, pseudónimo de Gustavo Claudio Domínguez Bastida, nació en Sevilla en 1836, e ingresó a los diez años en un colegio de huérfanos. Vivió más tarde con su madrina, donde empezó a leer a los autores realistas y románticos. En 1854 se instaló en Madrid. En 1857, sufrió una grave enfermedad. Posteriormente se dedicó al periodismo. Entre 1859 y 1861 escribe las primeras rimas y siete leyendas. En 1863 se recluye en el monasterio de Veruela, donde escribió Cartas desde mi celda. En 1868 Bécquer rompe con su esposa y se instala en Toledo. Reescribe las rimas. En 1870 muere su hermano Valeriano, el pintor, y tres meses más tarde él, en Madrid. Además de como poeta, donde revela una extrema sensibilidad, destaca como prosista, donde combina con maestría lo terrorífico y lo legendario.