No digáis que agotado su tesoro, de asuntos falta enmudeció la lira; podrá no haber poetas, pero siempre habrá poesía.
Mientras las ondas de la luz al beso palpiten encendidas, mientras el sol las desgarradas nubes de fuego y oro vista, mientras el aire en su regazo lleve perfumes y armonías, mientras haya en el mundo primavera, ¡habrá poesía!
Mientras la ciencia a descubrir no alcance las fuentes de la vida, y en el mar o en el cielo haya un abismo que al cálculo resista, mientras la humanidad, siempre avanzando no sepa a do camina, mientras haya un misterio para el hombre, ¡habrá poesía!
Mientras se sienta que se ríe el alma, sin que los labios rían; mientras se llore, sin que el llanto acuda a nublar la pupila; mientras el corazón y la cabeza batallando prosigan, mientras haya esperanzas y recuerdos, ¡habrá poesía!
Mientras haya unos ojos que reflejen los ojos que los miran, mientras responda el labio suspirando al labio que suspira, mientras sentirse puedan en un beso dos almas confundidas, mientras exista una mujer hermosa, ¡habrá poesía!
Voy contra mi interés al confesarlo, no obstante, amada mía, pienso cual tú que una oda sólo es buena de un billete del Banco al dorso escrita. No faltará algún necio que al oírlo se haga cruces y diga: Mujer al fin del siglo diez y nueve
Porque son, niña, tus ojos verdes como el mar, te quejas. Verdes los tienen las náyades, verdes los tuvo Minerva y verdes son las pupilas de las hurís del profeta.
Los invisibles átomos del aire en derredor palpitan y se inflaman, el cielo se deshace en rayos de oro, la tierra se estremece alborozada, oigo flotando en olas de armonía rumor de besos y batir de alas, mis párpados se cierran... ¿Qué sucede?