Dimensión de la esperanza Tierra, madre marchita y ampulosa, Madre vencedora y vencida, Regazo de la hiena y de la mariposa, Del santo y del homicida: Creemos en tu ruda maternidad, en tu dolorosa Pasión de ser el sitio de la vida. Creemos en tu lloro fecundo Que hace crecer la mies y madura la poma Y riega sobre el mundo Con excelsa locura La virtud, el amor y la aventura, Y el trino y el color y el aroma. Y pues somos creyentes de tu rito, Apáganos ya el grito Del hombre mutilado, de la virgen desnuda, Del niño escarnecido y de la viuda... Brillen de nuevo en la campiña Los prados de esmeralda, Y florezca la niña Que recogía moras en su falda. Sea dado rezar como otras veces —mas no al igual que los abuelos que elevaban sus preces al reino de los cielos: — Mezclada la oración con el trabajo, Vencidos los blasfemos, Dios será con nosotros aquí abajo. Y entonces rezaremos, Puestos a la otra orilla de la guerra, Con el pecho frutal, con el alma encendida, Una oración, de pie como la vida: “¡Padre Nuestro que estás en la tierra...!”
Dimensión de la esperanza Tierra, madre marchita y ampulosa, Madre vencedora y vencida, Regazo de la hiena y de la mariposa, Del santo y del homicida: Creemos en tu ruda maternidad, en tu dolorosa Pasión de ser el sitio de la vida.