Boca de llanto, de Jaime Sabines | Poema

    Poema en español
    Boca de llanto

    Boca de llanto, me llaman 
    tus pupilas negras, 
    me reclaman. Tus labios 
    sin ti me besan. 
    ¡Cómo has podido tener 
    la misma mirada negra 
    con esos ojos 
    que ahora llevas! 

    Sonreíste. ¡Qué silencio, 
    qué falta de fiesta! 
    ¡Cómo me puse a buscarte 
    en tu sonrisa, cabeza 
    de tierra, 
    labios de tristeza! 

    No lloras, no llorarías 
    aunque quisieras; 
    tienes el rostro apagado 
    de las ciegas. 

    Puedes reír. Yo te dejo 
    reír, aunque no puedas. 

    • Un ropero, un espejo, una silla, 
      ninguna estrella, mi cuarto, una ventana, 
      la noche como siempre, y yo sin hambre, 
      con un chicle y un sueño, una esperanza. 
      Hay muchos hombres fuera, en todas partes, 
      y más allá la niebla, la mañana. 

    • Es la sombra del agua 
      y el eco de un suspiro, 
      rastro de una mirada, 
      memoria de una ausencia, 
      desnudo de mujer detrás de un vidrio. 

      Está encerrada, muerta -dedo 
      del corazón, ella es tu anillo-, 
      distante del misterio, 
      fácil como un niño. 

    • Se dice, se rumora, afirman en los salones, en las fiestas, alguien o algunos enterados, que Jaime Sabines es un gran poeta. O cuando menos un buen poeta. O un poeta decente, valioso. O simplemente, pero realmente, un poeta. 

    • Uno no sabe nada de esas cosas 
      que los poetas, los ciegos, las rameras, 
      llaman «misterio», temen y lamentan. 
      Uno nació desnudo, sucio, 
      en la humedad directa, 
      y no bebió metáforas de leche, 
      y no vivió sino en la tierra 

    • Amanecí triste el día de tu muerte, tía Chofi, 
      pero esa tarde me fui al cine e hice el amor. 
      Yo no sabía que a cien leguas de aquí estabas muerta 
      con tus setenta años de virgen definitiva, 
      tendida sobre un catre, estúpidamente muerta.