La cojita está embarazada, de Jaime Sabines | Poema

    Poema en español
    La cojita está embarazada

    La cojita está embarazada. 
    Se mueve trabajosamente, 
    pero qué dulce mirada 
    mira de frente. 
    Se le agrandaron los ojos 
    como si su niño 
    también le creciera en ellos 
    pequeño y limpio. 
    A veces se queda viendo 
    quién sabe qué cosas 
    que sus ojos blancos 
    se le vuelven rosas. 
    Anda entre toda la gente 
    trabajosamente. 
    No puede disimular, 
    pero, a punto de llorar, 
    la cojita, de repente, 
    se mira el vientre 
    y ríe. Y ríe la gente. 
    La cojita está embarazada 
    ahorita está en su balcón 
    y yo creo que se alegra 
    cantándose una canción: 
    «cojita del pie derecho 
    y también del corazón». 

    • Sitio de amor, lugar en que he vivido 
      de lejos, tú, ignorada, 
      amada que he callado, mirada que no he visto, 
      mentira que me dije y no he creído: 
      en esta hora en que los dos, sin ambos, 
      a llanto y odio y muerte nos quisimos, 

    • Un ropero, un espejo, una silla, 
      ninguna estrella, mi cuarto, una ventana, 
      la noche como siempre, y yo sin hambre, 
      con un chicle y un sueño, una esperanza. 
      Hay muchos hombres fuera, en todas partes, 
      y más allá la niebla, la mañana. 

    • Es la sombra del agua 
      y el eco de un suspiro, 
      rastro de una mirada, 
      memoria de una ausencia, 
      desnudo de mujer detrás de un vidrio. 

      Está encerrada, muerta -dedo 
      del corazón, ella es tu anillo-, 
      distante del misterio, 
      fácil como un niño. 

    • Se dice, se rumora, afirman en los salones, en las fiestas, alguien o algunos enterados, que Jaime Sabines es un gran poeta. O cuando menos un buen poeta. O un poeta decente, valioso. O simplemente, pero realmente, un poeta. 

    • Uno no sabe nada de esas cosas 
      que los poetas, los ciegos, las rameras, 
      llaman «misterio», temen y lamentan. 
      Uno nació desnudo, sucio, 
      en la humedad directa, 
      y no bebió metáforas de leche, 
      y no vivió sino en la tierra 

    • Amanecí triste el día de tu muerte, tía Chofi, 
      pero esa tarde me fui al cine e hice el amor. 
      Yo no sabía que a cien leguas de aquí estabas muerta 
      con tus setenta años de virgen definitiva, 
      tendida sobre un catre, estúpidamente muerta.