Me doy cuenta de que me faltas, de Jaime Sabines | Poema

    Poema en español
    Me doy cuenta de que me faltas

    Me doy cuenta de que me faltas 
    y de que te busco entre las gentes, en el ruido, 
    pero todo es inútil. 
    Cuando me quedo solo 
    me quedo más solo 
    solo por todas partes y por ti y por mí. 
    No hago sino esperar. 
    Esperar todo el día hasta que no llegas. 
    Hasta que me duermo 
    y no estás y no has llegado 
    y me quedo dormido 
    y terriblemente cansado 
    preguntando. 
    Amor, todos los días. 
    Aquí a mi lado, junto a mí, haces falta. 
    Puedes empezar a leer esto 
    y cuando llegues aquí empezar de nuevo. 
    Cierra estas palabras como un círculo, 
    como un aro, échalo a rodar, enciéndelo. 
    Estas cosas giran en torno a mí igual que moscas, 
    en mi garganta como moscas en un frasco. 
    Yo estoy arruinado. 
    Estoy arruinado de mis huesos, 
    todo es pesadumbre.

    • Sitio de amor, lugar en que he vivido 
      de lejos, tú, ignorada, 
      amada que he callado, mirada que no he visto, 
      mentira que me dije y no he creído: 
      en esta hora en que los dos, sin ambos, 
      a llanto y odio y muerte nos quisimos, 

    • Un ropero, un espejo, una silla, 
      ninguna estrella, mi cuarto, una ventana, 
      la noche como siempre, y yo sin hambre, 
      con un chicle y un sueño, una esperanza. 
      Hay muchos hombres fuera, en todas partes, 
      y más allá la niebla, la mañana. 

    • Es la sombra del agua 
      y el eco de un suspiro, 
      rastro de una mirada, 
      memoria de una ausencia, 
      desnudo de mujer detrás de un vidrio. 

      Está encerrada, muerta -dedo 
      del corazón, ella es tu anillo-, 
      distante del misterio, 
      fácil como un niño. 

    • Se dice, se rumora, afirman en los salones, en las fiestas, alguien o algunos enterados, que Jaime Sabines es un gran poeta. O cuando menos un buen poeta. O un poeta decente, valioso. O simplemente, pero realmente, un poeta. 

    • Uno no sabe nada de esas cosas 
      que los poetas, los ciegos, las rameras, 
      llaman «misterio», temen y lamentan. 
      Uno nació desnudo, sucio, 
      en la humedad directa, 
      y no bebió metáforas de leche, 
      y no vivió sino en la tierra 

    • Amanecí triste el día de tu muerte, tía Chofi, 
      pero esa tarde me fui al cine e hice el amor. 
      Yo no sabía que a cien leguas de aquí estabas muerta 
      con tus setenta años de virgen definitiva, 
      tendida sobre un catre, estúpidamente muerta.