No es que muera de amor, muero de ti, de Jaime Sabines | Poema

    Poema en español
    No es que muera de amor, muero de ti

    No es que muera de amor, muero de ti. 
    Muero de ti, amor, de amor de ti, 
    de urgencia mía de mi piel de ti, 
    de mi alma, de ti y de mi boca 
    y del insoportable que yo soy sin ti. 

    Muero de ti y de mi, muero de ambos, 
    de nosotros, de ese, 
    desgarrado, partido, 
    me muero, te muero, lo morimos. 

    Morimos en mi cuarto en que estoy solo, 
    en mi cama en que faltas, 
    en la calle donde mi brazo va vacío, 
    en el cine y los parques, los tranvías, 
    los lugares donde mi hombro 
    acostumbra tu cabeza 
    y mi mano tu mano 
    y todo yo te sé como yo mismo. 

    Morimos en el sitio que le he prestado al aire 
    para que estés fuera de mí, 
    y en el lugar en que el aire se acaba 
    cuando te echo mi piel encima 
    y nos conocemos en nosotros, 
    separados del mundo, dichosa, penetrada, 
    y cierto , interminable. 

    Morimos, lo sabemos, lo ignoran, nos morimos 
    entre los dos, ahora, separados, 
    del uno al otro, diariamente, 
    cayéndonos en múltiples estatuas, 
    en gestos que no vemos, 
    en nuestras manos que nos necesitan. 

    Nos morimos, amor, muero en tu vientre 
    que no muerdo ni beso, 
    en tus muslos dulcísimos y vivos, 
    en tu carne sin fin, muero de máscaras, 
    de triángulos oscuros e incesantes. 
    Muero de mi cuerpo y de tu cuerpo, 
    de nuestra muerte ,amor, muero, morimos. 
    En el pozo de amor a todas horas, 
    inconsolable, a gritos, 
    dentro de mi, quiero decir, te llamo, 
    te llaman los que nacen, los que vienen 
    de atrás, de ti, los que a ti llegan. 
    Nos morimos, amor, y nada hacemos 
    sino morirnos más, hora tras hora, 
    y escribirnos y hablarnos y morirnos.

    • Dulces muslos deseados, 
      íntima piel suave, 
      mujer en muslos dulces, 
      ¿dónde estás? ¿Qué ha quedado 
      de ti? Para mi boca 
      el aire calcinado. 
      Muslos de amor, 
      amantes, apretados, 
      tiernos, desnudos, sellados. 
      Esbeltos de mis ojos, 

    • Me encanta Dios. Es un viejo magnífico que no se toma en serio. A él le gusta jugar y juega, y a veces se le pasa la mano y nos rompe una pierna o nos aplasta definitivamente. Pero esto sucede porque es un poco cegatón y bastante torpe con las manos. 

    • Trato de escribir en la oscuridad tu nombre. Trato de escribir que te amo. Trato de decir a oscuras todo esto. No quiero que nadie se entere, que nadie me mire a las tres de la mañana paseando de un lado a otro de la estancia, loco, lleno de ti, enamorado.

    • La luna se puede tomar a cucharadas 
      o como una cápsula cada dos horas. 
      Es buena como hipnótico y sedante 
      y también alivia 
      a los que se han intoxicado de filosofía. 
      Un pedazo de luna en el bolsillo 
      es mejor amuleto que la pata de conejo: 

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