Pasa el lunes, de Jaime Sabines | Poema

    Poema en español
    Pasa el lunes

    Pasa el lunes y pasa el martes 
    y pasa el miércoles y el jueves y el viernes 
    y el sábado y el domingo, 
    y otra vez el lunes y el martes 
    y la gotera de los días sobre la cama donde se quiere 
    dormir, 
    la estúpida gota del tiempo cayendo sobre el corazón 
    aturdido, 
    la vida pasando como estas palabras. 
    lunes, martes, miércoles, 
    enero, febrero, diciembre, otro año, otro año, otra vida. 
    La vida yéndose sin sentido, entre la borrachera y la conciencia, 
    entre la lujuria y el remordimiento y el cansancio. 

    Encontrarse, de pronto, con las manos vacías, 
    con el corazón vacío, 
    con la memoria como una ventana hacia la obscuridad, 
    y preguntarse: ¿qué hice?, ¿qué fui?, ¿en donde estuve? 
    Sombra perdida entre las sombras, 
    ¿cómo recuperarte, rehacerte, vida? 

    Nadie puede vivir de cara a la verdad 
    sin caer enfermo o dolerse hasta los huesos. 
    Porque la verdad es que somos débiles y miserables 
    y necesitamos amar, ampararnos, esperar, creer y 
    afirmar. 
    No podemos vivir a la intemperie 
    en el solo minuto que nos es dado. 
    ¡Qué hermosa palabra 'Dios', larga 
    y útil al miedo, salvadora! 
    Aprendemos a cerrar los labios del corazón 
    cuando quiera decirla, 
    y enseñémosle a vivir en su sangre, 
    a revolcarse en su sangre limitada. 

    no hay más que esta ternura que siento hacia ti, 
    engañado, 
    porque algún día vas a abrir los ojos 
    y mirarás tus ojos cerrados para siempre. 
    no hay más que esta ternura de mí mismo 
    que estoy abierto como un árbol, 
    plantado como un árbol, recorriéndolo todo. 

    He aquí la verdad: hacer las máscaras, 
    recitar las voces, elaborar los sueños, 
    Ponerse el rostro del enamorado, 
    la cara del que sufre, 
    la faz del que sonríe, 
    el día lunes, y el martes, y el mes de marzo 
    y el año de la solidaridad humana, 
    y comer a las horas lo mejor que se pueda, 
    y dormir y ayuntar, 
    y seguirse entrenando ocultamente para el evento final 
    del que no habrá testigos. 

    • Dulces muslos deseados, 
      íntima piel suave, 
      mujer en muslos dulces, 
      ¿dónde estás? ¿Qué ha quedado 
      de ti? Para mi boca 
      el aire calcinado. 
      Muslos de amor, 
      amantes, apretados, 
      tiernos, desnudos, sellados. 
      Esbeltos de mis ojos, 

    • Me encanta Dios. Es un viejo magnífico que no se toma en serio. A él le gusta jugar y juega, y a veces se le pasa la mano y nos rompe una pierna o nos aplasta definitivamente. Pero esto sucede porque es un poco cegatón y bastante torpe con las manos. 

    • Trato de escribir en la oscuridad tu nombre. Trato de escribir que te amo. Trato de decir a oscuras todo esto. No quiero que nadie se entere, que nadie me mire a las tres de la mañana paseando de un lado a otro de la estancia, loco, lleno de ti, enamorado.

    • La luna se puede tomar a cucharadas 
      o como una cápsula cada dos horas. 
      Es buena como hipnótico y sedante 
      y también alivia 
      a los que se han intoxicado de filosofía. 
      Un pedazo de luna en el bolsillo 
      es mejor amuleto que la pata de conejo: 

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