Qué putas puedo, de Jaime Sabines | Poema

    Poema en español
    Qué putas puedo

    ¿Qué putas puedo hacer con mi rodilla, 
    con mi pierna tan larga y tan flaca, 
    con mis brazos, con mi lengua, 
    con mis flacos ojos? 
    ¿Que puedo hacer en este remolino 
    de imbéciles de buena voluntad? 
    ¿Que puedo con inteligentes podridos 
    y con dulces niñas que no quieren hombre sino poesía? 
    ¿Que puedo entre los poetas uniformados 
    por la academia o por el comunismo? 
    ¿Que, entre vendedores o políticos 
    o pastores de almas? 
    ¿Que putas puedo hacer, Tarumba, 
    si no soy santo, ni héroe, ni bandido, 
    ni adorador del arte, 
    ni boticario, 
    ni rebelde? 
    ¿Que puedo hacer si puedo hacerlo todo 
    y no tengo ganas sino de mirar y mirar? 

    • Sitio de amor, lugar en que he vivido 
      de lejos, tú, ignorada, 
      amada que he callado, mirada que no he visto, 
      mentira que me dije y no he creído: 
      en esta hora en que los dos, sin ambos, 
      a llanto y odio y muerte nos quisimos, 

    • Un ropero, un espejo, una silla, 
      ninguna estrella, mi cuarto, una ventana, 
      la noche como siempre, y yo sin hambre, 
      con un chicle y un sueño, una esperanza. 
      Hay muchos hombres fuera, en todas partes, 
      y más allá la niebla, la mañana. 

    • Es la sombra del agua 
      y el eco de un suspiro, 
      rastro de una mirada, 
      memoria de una ausencia, 
      desnudo de mujer detrás de un vidrio. 

      Está encerrada, muerta -dedo 
      del corazón, ella es tu anillo-, 
      distante del misterio, 
      fácil como un niño. 

    • Se dice, se rumora, afirman en los salones, en las fiestas, alguien o algunos enterados, que Jaime Sabines es un gran poeta. O cuando menos un buen poeta. O un poeta decente, valioso. O simplemente, pero realmente, un poeta. 

    • Uno no sabe nada de esas cosas 
      que los poetas, los ciegos, las rameras, 
      llaman «misterio», temen y lamentan. 
      Uno nació desnudo, sucio, 
      en la humedad directa, 
      y no bebió metáforas de leche, 
      y no vivió sino en la tierra 

    • Amanecí triste el día de tu muerte, tía Chofi, 
      pero esa tarde me fui al cine e hice el amor. 
      Yo no sabía que a cien leguas de aquí estabas muerta 
      con tus setenta años de virgen definitiva, 
      tendida sobre un catre, estúpidamente muerta.