Paseo de los tristes, de Javier Egea | Poema

    Poema en español
    Paseo de los tristes

    Entonces, 
    en aquella ciudad 
    o en la intuición primera, vaga, de su cuerpo, 
    el pensamiento aún flotaba en bucólicos careos, 
    en versos aprendidos sin historia 
    y no era posible amar 
    entre unas calles donde todo era sucio, 
    carne sin brillo, 
    cuando aún en el mar, la nube y las espigas 
    sin historia y sin tiempo, vanos, 
    estábamos durmiendo 
    o ignorando 
    esa gota de sangre que cuelga del amor 
    -su blanco cuello herido-, 
    ignorando la clase oscura en que nacimos, 
    sin consciencia de naves hundidas, 
    de rubios náufragos, 
    condenados a vivir una historia perdida 
    de explotación y soledad, de muerte enamorada, 
    sin saberlo. 

    Y sin embargo, 
    entre los autobuses, el gentío, 
    en la dulce ignorancia, 
    fue creciendo una luz 
    que nos hizo sentir un crujido brillante 
    después que allí, en la sórdida pensión 
    donde siempre se asilan viajeros sin destino, 
    gentes oscuras, 
    en un lugar sin esperanza, 
    dos cuerpos se sintieron indefensos 
    sudando en el asombro de la primera felicidad.