Porque la luna. Pero no la luna. Sí los tumbos añiles, sí la vida, el estallido sordo de la espera y la ciudad, el sueño, la otra calle que es un reto de luz. Escucha ahora. Hay un reclamo que el dolor levanta a cualquier hora de las sombras. Luchas, te embisten las esquinas presentidas donde tendrá sentido el corazón. Somos espanto. Pero el abordaje de otros mares nos hace conocidos, nos arma de pasión en esta muerte. Mirad en las ojeras de los puentes yedras oscuras, agua detenida, naufragados embates, soledad y colgajos morados de silencio. Allí convoca el tiempo a los que saben cómo duele la historia en el costado. Por eso me alimenta la esperanza. Por eso canta tu dolor. Escucha. Hoy nos puebla la luna de su cuerpo. Porque la luna. Pero no la luna.
En la plaza de mi pueblo, sobre el blanco de su cal pintamos hoces, martillos, tu nombre y la soledad.