(En Collioure, el XX aniversario de la muerte de Machado.)
Aquí, junto a la línea divisoria, este día veintidós de febrero, yo no he venido para llorar sobre tu muerte, sino que alzo mi vaso y brindo por tu claro camino, y por que siga tu palabra encendida, como una estrella, sobre nosotros ¿nos recuerdas?, aquellos niños flacos, tiznados, que jugaban también a guerras, cuando, grave y lúcido, ibas, don Antonio, al encuentro de esta tierra en que yaces.
Llegan apresurados y nunca dicen para qué ni de dónde proceden y enseguida te piden dos mil francos que casi siempre te han de devolver o te quitan la toalla sin respeto cuando te estás duchando se ponen la colonia los polvos el masaje