La persecución religiosa, de José María Blanco White | Poema

    Poema en español
    La persecución religiosa

    ¡Gran Dios, cómo atormenta 
    Con crueldad sin igual, el hombre al hombre! 
    Ya con furia violenta 
    Se arrastran al cadalso y a la hoguera; 
    Ya con malicia refinada y lenta, 
    Impiden la víctima que muera, 
    Y, pues no quiere a discreción rendirse, 
    Buscan cómo obligarla a maldecirse. 

    ¿Y quién es el verdugo, 
    Quién el juez sin piedad? ¿Un sacerdote 
    Del antiguo Moloc infanticida? 
    No; de un Dios (según dice) a quien le plugo, 
    Por amor de los hombres dar la vida. 

    Su ministro se llama y toma el Mote 
    De mansedumbre; Paz es su divisa, 
    Mas ¡ah! qué mal se avisa 
    El que en tal mansedumbre confiado. 
    Duda modestamente 
    Su saber infalible: De repente 
    Verá al Cordero en un León mudado. 

    «No es humano saber, ni saber mío 
    (Responde el Santo Preste, en ira ardiendo) 
    Audaz, mortal, en el que yo confío: 
    Del cielo descendido, 
    Reposó en mí un influjo soberano, 
    Que ha de humillar todo saber humano». 

    ¿Reposó en ti? ¿Mas cómo es que contiende 
    Consigo mismo el inspirado bando? 
    Cuál cadena volcánica se entiende 
    Llama sacerdotal, que rebosando 
    El universo enciende. 
    El cielo contra el cielo peleando 
    Es odioso espéctaculo, que ofende 
    Al hombre racional. Qué! ¿Envolvió en guerra 
    El cielo a los que dio a regir la tierra? 

    Haced la paz primero 
    Entre vosotros si queréis que escuche 
    Vuestra doctrina del Universo entero 
    No procuréis que luche 
    El ignorante pueblo en las querellas 
    Con que esparcís centellas 
    De odios inextinguibles 
    Más que el error a la virtud temibles. 

    Mas en vano os exhorto: 
    Del Fanatismo y la ambición aborto, 
    Los que tenéis raíces e el cielo 
    Nunca podéis dejar en paz el suelo.