Toda la piel del mundo, de Juana Castro | Poema

    Poema en español
    Toda la piel del mundo

    Tú los ves ahí colgados, tirados, y dices, 
    vaya cosa, son cosa de mujeres, tonterías, 
    lo llevan para meter el pintalabios, 
    el móvil, quizás una compresa. Y te olvidas. 

    Pero ellas no olvidan, lo llevan como a un gato, 
    como al fiel compañero, como su santo y seña, 
    como su claro ex-libris. 

    Te equivocas si crees, en tu inocencia, 
    que esa cosa de rafia o de piel beige 
    sirve para tener a mano el colorete, las llaves, el perfume. 

    Yo la he visto de noche, 
    esa cosa respira, es una megalópolis, 
    no está quieta por dentro, es multiforme y crece. 
    A la hora del pan huele a cerveza, 
    y cuando está nublado 
    te puedes encontrar con que ahí dentro 
    hay una hija, un sol, unas tijeras 
    de robar rosas rojas. 

    Ahí, a tres de julio, he visto amanecer los pájaros cantando 
    y había un abanico para un novio 
    y una estrella de miel para la madre. 
    En el rincón azul, las gafas de coser, 
    las recetas del padre a la fecha de hoy, 
    la muestra de la tela -preciosa- que le dio el tapicero. 
    Al fondo la novela, la última, de Doris Lessing 
    y el bono de 10 horas del gimnasio. 

    Por ahí pasa un río, 
    pasa el día, la música, la niebla... 

    Esa cosa. Mi bolso. 

    Que va a dar al mar. 

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