Hablen, tienen tres minutos, de Julio Cortázar | Poema

    Poema en español
    Hablen, tienen tres minutos

    De vuelta del paseo 
    donde junté una florecita para tenerte 
    entre mis dedos un momento, 
    y bebí una botellas de Beaujolais, 
    para bajar al pozo donde bailaba un oso luna, 
    en la penumbra dorada de la lámpara 
    cuelgo mi piel y sé que estaré solo en la ciudad 
    más poblada del mundo. 

    Excusarás este balance histérico, 
    entre fuga a la rata y queja de morfina, 
    teniendo en cuenta que hace frío, 
    llueve sobre mi taza de café, 
    y en cada medialuna 
    la humedad alisa sus patitas de esponja. 

    Máxime sabiendo que pienso en ti obstinadamente, 
    como una ciega máquina, como la cifra que repite 
    interminablemente el gongo de la fiebre 
    el loco que cobija su paloma en la mano, 
    acariciándola hora a hora 
    hasta mezclar los dedos y las plumas 
    en una sola miga de ternura. 

    Creo que sospecharás esto que ocurre, 
    como yo te presiento a la distancia en tu ciudad, 
    volviendo del paseo donde quizá juntases 
    la misma florecita, un poco por botánica, 
    un poco porque aquí, 
    porque es preciso 
    que no estemos tan solos, 
    que nos demos un pétalo, 
    aunque sea un pasito, una pelusa.

    Jules Florencio Cortázar (Bruselas, 1914 - París, 1984) es considerado uno de los escritores más innovadores y originales de su tiempo y creador de importantes novelas que inauguraron una nueva forma de hacer literatura en Latinoamérica, rompiendo los moldes clásicos mediante narraciones que escapan de la linealidad temporal y donde los personajes adquieren una autonomía y una profundidad psicológica pocas veces vista. Se le considera uno de los más grandes escritores de relatos cortos y cuentos, destacando Bestiario y Final del juego. Entre sus novelas, su obra más conocida es sin lugar a dudas Rayuela, que contiene influencias surrealistas y modernistas. El refinamiento literario de Cortázar, sus lecturas casi inabarcables, su incesante fervor por la causa social, hacen de él una figura de deslumbrante riqueza, constituida por pasiones a veces encontradas, pero siempre asumidas con el mismo genuino ardor. 

    • En la bóveda de la tarde cada pájaro es un punto del 
                                  recuerdo. 
          Asombra a veces que el fervor del tiempo 
      vuelva, sin cuerpo vuelva, ya sin motivo vuelva; 
      que la belleza, tan breve en su violento amor 

    • Y se muy bien que no estarás. 
      No estarás en la calle 
      en el murmullo que brota de la noche 
      de los postes de alumbrado, 
      ni en el gesto de elegir el menú, 
      ni en la sonrisa que alivia los completos en los subtes 
      ni en los libros prestados, 

    • No hay que llorar porque las plantas crecen en tu balcón, 
      no hay que estar triste 
      si una vez más la rubia carrera de las nubes te reitera lo inmóvil, 
      ese permanecer en tanta fuga. Porque la nube estará ahí, 
      constante en su inconstancia cuando tú, cuando yo 

    • ¿Quién los ve andar por la ciudad 
      si todos están ciegos ? 
      Ellos se toman de la mano: algo habla 
      entre sus dedos, lenguas dulces 
      lamen la húmeda palma, corren por las falanges, 
      y arriba está la noche llena de ojos. 

    • Tengo esta noche las manos negras, el corazón sudado 
      como después de luchar hasta el olvido con los ciempiés del humo. 
      Todo ha quedado allá, las botellas, el barco, 
      no sé si me querían, y si esperaban verme. 

    • Mira, no pido mucho, 
      solamente tu mano, tenerla 
      como un sapito que duerme así contento. 
      Necesito esa puerta que me dabas 
      para entrar a tu mundo, ese trocito 
      de azúcar verde, de redondo alegre. 
      ¿No me prestás tu mano en esta noche 

    • Ese que sale de su país porque tiene miedo, 
      no sabe de qué, miedo del queso con ratón, 
      de la cuerda entre los locos, de la espuma en la sopa. 
      Entonces quiere cambiarse como una figurita, 
      el pelo que antes se alambraba con gomina y espejo