Me muero irremediablemente, de Juvencio Valle | Poema

    Poema en español
    Me muero irremediablemente

    Me estoy muriendo en una Biblioteca 
    entre libros en fila, 
    testigos filósofos del hecho; 
    libros que desde lejos me contemplan, 
    mudos por fuera, 
    pero por dentro llenos de elocuencia, 
    y a quienes digo: 
    un momento Jorge Manrique, 
    San Juan de la Cruz, espérame, 
    perdóname, Quevedo. 

    Pidió mi muerte a plazos 
    el director del establecimiento, 
    la decretó el Ministro a ciegas, 
    y las paredes frías 
    quedaron silenciosas; 
    el techo de cemento 
    todavía no se viene abajo, 
    los mármoles del piso 
    parecen lápidas. 

    Oídlo por mi boca: 
    me muero día a día. 
    Que lo digan simultáneamente 
    mi compañero Alfonso Montenegro, 
    mi amigo Juan Cavada, la señora Emma, 
    las tres Marías de la Biblioteca 
    las dos Zulemas. 
    Y también los más jóvenes, 
    desde hoy sentenciados 
    a morir con el libro en la mano. 

    El alma se me cae en los tinteros, 
    nado en un mar de fichas y papeles, 
    archivadores, cartas, 
    máquinas de escribir, feroces máquinas 
    de sumar y multiplicar congojas, 
    timbres eléctricos, 
    gritos del emperador doméstico, 
    números, oficios: 
    me falta el aire azul, 
    me ahogo irremediablemente. 

    Soliciten una junta de médicos, 
    traigan sus instrumentales los doctores, 
    alargadme una rama, 
    llamad a los bomberos. 
    Aquí se necesitan 
    brujas en una escoba, 
    exorcismos violentos, 
    uñas de la gran bestia, 
    amuletos o cruces 
    para espantar el diablo en esta casa. 

    Píldoras para la libertad perdida, 
    cuerdas de salvataje, 
    una ventana abierta al sur, 
    un caballo ensillado, 
    una ráfaga. 

    Venid con yerbas frescas 
    para mi mal de adentro; 
    necesito con urgencia una botica, 
    yo todo me lo tragaré de golpe: 
    mis días están contados 
    pero aún pudiera ser tiempo. 

    Poned un radiograma a los poetas, 
    que los colegas sepan la noticia, 
    que nadie ignore cómo me encarnecen, 
    un cable que escuetamente diga: 
    «por disposición del jefe de Servicio 
    -un malo de la cabeza- 
    a esta hora se está muriendo, 
    irremediablemente, 
    Juvencio Valle 
    en la Biblioteca Nacional de Chile». 

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