Ten una voz, mujer, que pueda decir mis versos y pueda volverme sin enojo, cuando sueñe desde el cielo a la tierra... Ten una voz, mujer, que cuando me despierte no me hiera... Ten una voz, mujer, que no haga daño cuando me pregunte: ¿qué piensas? Ten una voz, mujer, que pueda cuando yo esté contando las estrellas decirme de tal modo ¿qué cuentas? que al volver hacia ti los ojos crea que pasé contando de una estrella a otra estrella. Ten una voz, mujer, que sea cordial como mi verso y clara como una estrella.
Filosófos, para alumbrarnos, nosotros los poetas quemamos hace tiempo el azúcar de las viejas canciones con un poco de ron. Y aún andamos colgados de la sombra. Oíd, gritan desde la torre sin vanos de la frente: ¿Quién soy yo?
Ahora estoy de regreso, he llegado hace poco, soy nuevo en la ciudad... Y esto quiere decir: Me durmieron con un cuento... y me he despertado con un sueño. Voy a contar mi sueño, narradores de cuentos. Voy a contar mi sueño. Es un sueño sin lazos,
Ahora camino de noche porque las noches son claras... Y esta noche no hubo luna, no hubo luna amiga y blanca... y había pocas estrellas, pocas estrellas y pálidas...
Y era todo triste sin la luna amiga... y era todo negro sin la luna blanca.
Deshaced ese verso. Quitadle los caireles de la rima, el metro, la cadencia y hasta la idea misma. Aventad las palabras, y si después queda algo todavía, eso será la poesía.
Ser en la vida romero, romero sólo que cruza siempre por caminos nuevos. Ser en la vida romero, sin más oficio, sin otro nombre y sin pueblo. Ser en la vida romero, romero..., sólo romero. Que no hagan callo las cosas ni en el alma ni en el cuerpo,
Oí tocar a los grandes violinistas del mundo, a los grandes 'virtuosos'. Y me quedé maravillado. ¡Si yo tocase así!... ¡Como un 'Virtuoso'! Pero yo no tenía escuela ni disciplina ni método... Y sin estas tres virtudes