Piedra de sal, de León Felipe | Poema

    Poema en español
    Piedra de sal

    Tu estabas dormida 
    como el agua que duerme en la alberca... 
    y yo llegué a ti 
    como llega 
    hasta el agua que duerme 
    la piedra. 
    Turbé tu remanso y en ondas de amor te quebraste 
    como en ondas el agua que duerme se quiebra 
    cuando 
    llega 
    a turbar su remanso dormida 
    la piedra. 

    Piedra fui para ti, piedra soy 
    y piedra quiero ser, pero piedra 
    blanda de sal 
    que al llegar a ti se disuelva 
    y en tu cuerpo se quede 
    y sea 
    como una levadura de tu carne 
    y como el hierro de la sangre en tus venas. 
    Y en tu alma deje una sed infinita 
    de amarlo todo... y una sed de belleza 
    insaciable... 
    eterna...

    • Ahora camino de noche 
      porque las noches son claras... 
      Y esta noche no hubo luna, 
      no hubo luna amiga y blanca... 
      y había pocas estrellas, 
      pocas estrellas y pálidas... 

      Y era todo triste sin la luna amiga... 
      y era todo negro sin la luna blanca. 

    • Ser en la vida romero, 
      romero sólo que cruza siempre por caminos nuevos. 
      Ser en la vida romero, 
      sin más oficio, sin otro nombre y sin pueblo. 
      Ser en la vida romero, romero..., sólo romero. 
      Que no hagan callo las cosas ni en el alma ni en el cuerpo, 

    • Y ahora pregunto aquí: 
      ¿quién es el último que habla, el sepulturero o el Poeta? 
      ¿He aprendido a decir: Belleza, Luz, Amor y Dios 
      para que me tapen la boca cuando muera, 
      con una paletada de tierra? 
      No. He venido y estoy aquí, 

    • Oí tocar a los grandes violinistas del mundo, 
      a los grandes 'virtuosos'. 
      Y me quedé maravillado. 
      ¡Si yo tocase así!... ¡Como un 'Virtuoso'! 
      Pero yo no tenía 
      escuela 
      ni disciplina 
      ni método... 
      Y sin estas tres virtudes 

    • No he venido a cantar 
      No he venido a cantar, podéis llevaros la guitarra. 
      No he venido tampoco, ni estoy aquí arreglando mi expediente 
      para que me canonicen cuando muera. 
      He venido a mirarme la cara en las lágrimas que caminan hacia el mar, 
      por el río