Concierto del desorden. Poesía reunida 1981 - 2008, de Leopoldo Alas ‘Clarín’ - Visor Libros

Leopoldo Alas Mínguez (Arnedo, 1962 Madrid, agosto 2008) a pesar de haber muerto en plena juventud dejó una abundante obra derramada en casi todos los géneros literarios, pero es en su poesía en la que dejó lo más apreciado, hondo, brillante y depurado de su quehacer literario. Perteneció Leopoldo Alas a la generación de los años ochenta del pasado siglo, que se caracteriza principalmente por un abierto eclecticismo, aunque la estética que le dio personalidad fue la de una experiencia vital trasladada a la poesía, con un lenguaje aparentemente cotidiano y sencillo. En el caso de Leopoldo Alas fue transformándose desde su primer libro Los Palcos, de una tierna ironía y un deliberado ingenuismo, a una poesía elegiaca y confesional, teñida de una amarga y lúcida mirada meditativa en la que los temas fundamentales de la poesía de siempre son tratados con un lenguaje absolutamente moderno y actual, que se sitúa además en la más rica tradición literaria, en un acertado equilibrio entre clasicismo y contemporaneidad. El propio Alas dejó escrito sobre su poesía: La poesía es el modo más genuino de mi escritura: su fundamento. Todo lo demás que he escrito... ha estado marcado por el fulgor poético que necesita el lenguaje para ser auténticamente expresivo y comunicativo. Sin poesía, la palabra se extingue. Sin poesía no hay sonido, ni eco, ni sentido. En esta Poesía Reunida, se recogen los cinco libros que publicó en vida, más una breve selección de su obra inédita.
Tapa blanda
195 x 125 mm
280 páginas
8498957303
9788498957303

Leopoldo Alas «Clarín» (1852-1901), autor de La Regenta (1884-1885), una de las grandes novelas europeas del siglo XIX, además de forjar un universo narrativo excepcional, fue el mejor crítico literario del último cuarto del siglo XIX. Formado en los estudios de Derecho a la sombra de Francisco Giner de los Ríos, Clarín inició sus labores críticas (casi siempre en periódicos y revistas) en El Solfeo, un periódico menor, en 1875. Luego su mapa de colaboraciones en la prensa fue amplísimo. Priorizó la novela y defendió las poéticas realista y naturalista, aunque en la última década del XIX fue permeable a otras direcciones narrativas. De continuo se ocupó de sus novelistas preferidos: Pérez Galdós y Émile Zola. Se trata de «un crítico que piensa y hace pensar, que siente y hace sentir». Especialmente su labor crítica sobre Galdós tiene un acento de vitalidad permanente.

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