Sabio jorobado, pide a la taberna, comadre del diablo, su teta de loba. El vino te enciende como una linterna y en turris eburnea trueca tu joroba, porque de nodriza tuviste una loba como los gemelos de Roma la Eterna.
Sabio jorobado, tu pálida mueca tiene óxidos de odio como los puñales, y los dados sueltos de tu risa seca con los cascabeles disuenan rivales. Tu risa amenaza como los puñales, como un moribundo se tuerce tu mueca.
Sabio jorobado, la pálida estrella que tú enamorabas desde una cornisa, como blanca novia, como astral doncella, del balcón del cielo cuelga su camisa. Un gato me ha dicho desde la cornisa, sabio jorobado, que duermes con ella.
Demanda a la luna tu disfraz de boda y en íntimo lance finge a Pulcinela. Pulula en el río tanta lentejuela para esos brocatos a la última moda, que en su fondo debes celebrar tu boda tal como un lunólogo dandy a la alta escuela.
Yo andaba solo y callado porque tú te hallabas lejos; y aquella noche te estaba escribiendo, cuando por la casa desolada arrastró el horror su trapo siniestro.