Salmo pluvial, de Leopoldo Lugones | Poema

    Poema en español
    Salmo pluvial

    Tormenta 



    Érase una caverna de agua sombría el cielo; 
    el trueno, a la distancia, rodaba su peñón; 
    y una remota brisa de conturbado vuelo, 
    se acidulaba en tenue frescura de limón. 

    Como caliente polen exhaló el campo seco 
    un relente de trébol lo que empezó a llover. 
    Bajo la lenta sombra, colgada en denso fleco, 
    se vio el caudal con vívidos azules florecer. 

    Una fulmínea verga rompió el aire al soslayo; 
    sobre la tierra atónita cruzó un pavor mortal; 
    y el firmamento entero se derrumbó en un rayo, 
    como un inmenso techo de hierro y de cristal. 



    Lluvia 



    Y un mimbreral vibrante fue el chubasco resuelto 
    que plantaba sus líquidas varillas al trasluz, 
    o en pajonales de agua se espesaba revuelto, 
    descerrajando al paso su pródigo arcabuz. 

    Saltó la alegre lluvia por taludes y cauces, 
    descolgó del tejado sonoro caracol; 
    y luego, allá a lo lejos, se desnudó en los sauces, 
    transparente y dorada bajo un rayo de sol. 



    Calma 



    Delicia de los árboles que abrevó el aguacero. 
    Delicia de los gárrulos raudales en desliz. 
    Cristalina delicia del trino del jilguero. 
    Delicia serenísima de la tarde feliz. 



    Plenitud 



    El cerro azul estaba fragante de romero, 
    y en los profundos campos silbaba la perdiz.