«Ten piedad de mi larga miseria» Le fleurs du mal, Charles Baudelaire
Tú que eres tan sólo una herida en la pared y un rasguño en la frente que induce suavemente a la muerte: tú ayudas a los débiles mejor que los cristianos tú vienes de las estrellas y odias esta tierra donde moribundos descalzos se dan la mano día tras día buscando entre la mierda la razón de su vida; yo que nací del excremento te amo y amo posar sobre tus manos delicadas mis heces. Tu símbolo es el ciervo y el mío la luna: que caiga la lluvia sobre nuestras faces uniéndonos en un abrazo silencioso y cruel en que como el suicidio, sueño sin ángeles ni mujeres desnudo de todo salvo de tu nombre de tus besos en mi ano y tus caricias en mi cabeza calva rociaremos con vino, orina y sangre las iglesias regalo de los magos y debajo del crucifijo aullaremos.
Dos atletas saltan de un lado a otro de mi alma lanzando gritos y bromeando acerca de la vida: y no sé sus nombres. Y en mi alma vacía escucho siempre cómo se balancean los trapecios. Dos atletas saltan de un lado a otro de mi alma
Yo François Villon, a los cincuenta y un años gordo y corpulento, de labios color ceniza y mejillas que el vino amoratara, a una cuerda ahorcado lo sé todo acerca del pecado. Yo, François Villon, a una cuerda pendido