Telarañas cuelgan de la razón, de Luis Cernuda | Poema

    Poema en español
    Telarañas cuelgan de la razón

    Telarañas cuelgan de la razón 
    en un paisaje de ceniza absorta; 
    ha pasado el huracán de amor, 
    ya ningún pájaro queda. 

    Tampoco ninguna hoja, 
    todas van lejos, como gotas de agua 
    de un mar cuando se seca, 
    cuando no hay ya lágrimas bastantes, 
    porque alguien, cruel como un día de sol en primavera, 
    con su sola presencia ha dividido en dos un cuerpo. 

    Ahora hace falta recoger los trozos de prudencia, 
    aunque siempre nos falte alguno; 
    recoger la vida vacía 
    y caminar esperando que lentamente se llene, 
    si es posible, otra vez, como antes, 
    de sueños desconocidos y deseos invisibles. 

    Tú nada sabes de ello, 
    tú estás allá, cruel como el día; 
    el día, esa luz que abraza estrechamente un triste muro, 
    un muro, ¿no comprendes?, 
    un muro frente al cuál estoy sólo.

    • ¿Mi tierra? 
      Mi tierra eres tú. 

      ¿Mi gente? 
      Mi gente eres tú. 

      El destierro y la muerte 
      para mi están adonde 
      no estés tú. 

      ¿Y mi vida? 
      Dime, mi vida, 
      ¿qué es, si no eres tú?

    • En ocasiones, raramente, solía encenderse el salón al atardecer, y el sonido del piano llenaba la casa, acogiéndome cuando yo llegaba al pie de la escalera de mármol hueca y resonante, mientras el resplandor vago de la luz que se deslizaba allá arriba en la galería, me aparecía como un cuerpo imp

    • ¿Recuerdas tú, recuerdas aun la escena 
      a que día tras día asististe paciente 
      en la niñez, remota como sueño de alba? 
      El silencio pesado, las cortinas caídas, 
      el círculo de luz sobre el mantel, solemne 
      como paño de altar, y alrededor sentado 

    • No me queréis, lo sé, y que os molesta 
      cuanto escribo. ¿Os molesta? Os ofende. 
      ¿Culpa mía tal vez o es de vosotros? 
      Porque no es la persona y su leyenda 
      lo que ahí, allegados a mí, atrás os vuelve. 
      Mozo, bien mozo era, cuando no había brotado