Los reyes, de Luis Cernuda | Poema

    Poema en español
    Los reyes

    Baltasar 



    Como pastores nómadas, cuando hiere la espada del invierno, 
    tras una estrella incierta vamos, atravesando de noche los desiertos, 
    acampados de día junto al muro de alguna ciudad muerta, 
    donde aúllan chacales; mientras, abandonada nuestra tierra, 
    sale su cetro a plaza, para ambiciosos o charlatanes que aún exploten 
    el viejo afán humano de atropellar la ley, el orden. 
    Buscamos la verdad, aunque verdades en abstracto son cosa innecesaria, 
    lujo de soñadores, cuando bastan menudas verdades acordadas. 
    Mala cosa es tener el corazón henchido hasta dar voces, clamar por la verdad, por la justicia. 
    No se hizo el profeta para el mundo, sino el dúctil sofista 
    que toma el mundo como va: guerras, esclavitudes, cárceles y verdugos 
    son cosas naturales, y la verdad es sueño, menos que sueño, humo. 



    Gaspar 



    Amo el jardín, cuando abren las flores serenas del otoño, 
    el rumor de los árboles, cuya cima dora la luz toda reposo, 
    mientras por la avenida el agua esbelta baila sobre el mármol 
    y a lo lejos se escucha, entre el aire más denso, un pájaro. 
    Cuando la noche llega, y desde el río un viento frío corre 
    sobre la piel desnuda, llama la casa al hombre, 
    hecha voz tibia, entreabiertos sus muros como una concha oscura, 
    con la perla del fuego, donde sueño y deseo juntan sus luces puras. 
    Un cuerpo virgen junto al lecho aguarda desnudo, temeroso, 
    los brazos del amante, cuando a la madrugada penetra y duele el gozo. 
    Esto es la vida. ¿Qué importan la verdad o el poder junto a esto? 
    vivo estoy. Dejadme así pasar el tiempo en embeleso. 



    Melchor 



    No hay poder sino en Dios, en Dios sólo perdura la delicia; 
    el mar fuerte es su brazo, la luz alegre su sonrisa. 
    Dejad que el ambicioso con sus torres alzadas oscurezca la tierra; 
    pasto serán del huracán, con polvo y sombra confundiéndolas. 
    Dejad que el lujurioso bese y muerda, espasmo tras espasmo; 
    allá en lo hondo siente la indiferencia virgen de los huesos castrados. 
    ¿Por qué os doléis, ¡oh reyes!, del poder y la dicha que atrás quedan? 
    aunque mi vida es vieja no vive en el pasado, sino espera; 
    espera los momentos más dulces, cuando al alma regale 
    la gracia, y el cuerpo sea al fin risueño, hermoso e ignorante. 
    Abandonad el oro y los perfumes, que el oro pesa y los aromas aniquilan. 
    Adonde brilla desnuda la verdad nada se necesita. 



    Baltasar 



    Antífona elocuente, retórica profética de raza a quien escapa con el poder la vida. 
    Pero mi pueblo es joven, es fuerte, y diferente del tuyo israelita. 



    Gaspar 



    Si el beso y si la rosa codicio, indiferente hacia los dioses todos, 
    es porque beso y rosa pasan. Son más dulces los efímeros gozos. 



    Melchor 



    Locos enamorados de las sombras. ¿Olvidáis, tributarios 
    como son vuestros reinos del mío, que aún puedo sujetaros 
    a seguir entre siervos descalzos, el rumbo de mi estrella? 
    ¿Qué es soberbia o lujuria ante el miedo, el gran pecado, la fuerza de la tierra? 



    Baltasar 



    Con tu verdad pudiera, si la hallamos, alzar un gran imperio. 



    Gaspar 



    Tal vez esa verdad, como una primavera, abra rojos deseos.