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Égloga, de Luis Cernuda | Poema

  • Poesía Recitada -Tomás Galindo-
  • Poema en español(solapa activa)
Poema en español
Égloga

Tan alta, sí, tan alta 
en revuelo sin brío, 
la rama el cielo prometido anhela, 
que ni la luz asalta 
este espacio sombrío 
ni su divina soledad desvela. 
Hasta el pájaro cela 
al absorto reposo 
su delgada armonía. 
¿Qué trino colmaría, 
en irisado rizo prodigioso 
aguzándose lento, 
como el silencio solo y sin acento? 

 Sólo la rosa asume 
una presencia pura 
irguiéndose en la rama tan altiva, 
o equívoca se sume 
entre la fronda oscura, 
adolescente, esbelta, fugitiva. 
Y la rama no esquiva 
la gloria que la viste 
aunque el peso la enoja; 
ninguna flor deshoja, 
sino ligera, lánguida resiste, 
con airoso desmayo, 
los dones que la brinda el nuevo mayo. 

Si la brisa estremece 
en una misma onda 
el abandono de los tallos finos, 
ágil tropel parece 
tanta rosa en la fronda 
de cuerpos fabulosos y divinos; 
rosados torbellinos 
de ninfas verdaderas 
en fuga hacia el boscaje. 
Aún trémulo el ramaje, 
entre sus vueltas luce, prisioneras 
de resistente trama, 
las que impidió volar con tanta rama. 

Entre las rosas yace 
el agua tan serena, 
gozando de sí misma en su hermosura; 
ningún reflejo nace 
tras de la onda plena, 
fría, cruel, inmóvil de tersura. 
Jamás esta clausura 
su elemento desata; 
sólo copia del cielo 
algún rumbo, algún vuelo 
que vibrando no burla tan ingrata 
plenitud sin porfía. 
Nula felicidad; monotonía. 

Se sostiene el presente, 
olvidado en su sueño, 
con un ágil escorzo distendido. 
Delicia. Dulcemente, 
sin deseo ni empeño, 
el instante indeciso está dormido. 
¿Y ese son atrevido 
que desdobla lejano 
alguna flauta impura? 
Con su lluvia tan dura 
ásperamente riega y torna cano 
al aire de esta umbría 
esa indecisa, vana melodía. 

Acaso de algún eco 
es riqueza mentida 
ese vapor sonoro; fría vena 
que en un confuso hueco 
sus hielos liquida 
y a la fronda tan muda así la llena. 
Esta música ajena 
entre las cañas yace, 
y el eco, con su ala, 
del labio que la exhala, 
adonde clara, puramente nace. 
Hurtándola, la cede 
al aire que tan vano le sucede. 

Idílico paraje 
de dulzor tan primero. 
Nativamente digno de los dioses. 
Mas ¿qué frío celaje 
se levanta ligero, 
en cenicientas ráfagas veloces? 
Unas secretas voces 
este júbilo ofenden 
desde gris lontananza; 
con estéril pujanza 
otras pasadas primaveras tienden, 
hasta la que hoy respira, 
una tierna fragancia que suspira. 

Y la dicha se esconde; 
su presencia rehuye 
la plenitud total va prometida. 
Infiel de nuevo, ¿adonde 
turbadamente huye, 
impaciente, entrevista, no rendida? 
Está otra vez dormida, 
en promesa probable 
de inminente futuro. 
Y deja yerto, oscuro, 
este florido ámbito mudable, 
a quien la luz asiste 
con un dejo pretérito tan triste. 

Sobre el agua benigna, 
melancólico espejo 
de congeladas, pálidas espumas, 
el crepúsculo asigna 
un sombrío reflejo 
en donde anega sus inertes plumas. 
Cuánto acercan las brumas 
el infecundo hastío; 
tanta dulce presencia 
aún próxima, es ausencia 
en este instante plácido y vacío, 
cuando, elevado monte, 
la sombra va negando el horizonte. 

Silencio. Ya decrecen 
las luces que lucían. 
Ni la brisa ni el viento al aire oscuro 
vanamente estremecen 
con sus ondas, que abrían 
surcos tan indolentes de azul puro. 
¿Y qué invisible muro 
su frontera más triste 
gravemente levanta? 
El cielo ya no canta, 
ni su celeste eternidad asiste 
a la luz y a las rosas, 
sino al horror nocturno de las cosas. 

Luis Cernuda
  • Elegía, de Luis Cernuda | Poema

    Luis Cernuda

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    avances de la noche vencedora, 
    ignorado respira ante la aurora, 
    sordamente feliz entre sus muros. 

  • Égloga, de Luis Cernuda | Poema

    Luis Cernuda

    Tan alta, sí, tan alta 
    en revuelo sin brío, 
    la rama el cielo prometido anhela, 
    que ni la luz asalta 
    este espacio sombrío 
    ni su divina soledad desvela. 
    Hasta el pájaro cela 
    al absorto reposo 
    su delgada armonía. 
    ¿Qué trino colmaría, 

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    Luis Cernuda

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    abolida en deseo 
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    Luis Cernuda

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    a exaltarla, para darle 
    esplendor, gozo, hermosura 

  • Telarañas cuelgan de la razón, de Luis Cernuda | Poema

    Luis Cernuda

    Telarañas cuelgan de la razón 
    en un paisaje de ceniza absorta; 
    ha pasado el huracán de amor, 
    ya ningún pájaro queda. 

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