El noviajo, de Luis Chamizo | Poema

    Poema en español
    El noviajo

       I 


    Tocan las campanas 
    la gente s´alegra. 
    Unos güenos mozos, cantando flamenco, 
    jacen gorgoritos en una taberna. 

    Tocan las campanas, 
    tocan dando güertas, 
    qu´asin tocan siempre 
    los días de fiesta. 

    Hay riñas de gallos 
    en la resolana de las corraleras 
    y en el altozano, junt´a los ceviles 
    unos zagalones se juegan las perras. 

    Los viejos s´apiñan, 
    s´apiñan las viejas 
    jaciendo la bulra 
    de la gente nueva. 

    S´arriscan las mozas, 
    y van peripuestas 
    luciendo los guapos 
    pañuelos de sëa; 
    goliendo a manzanas, 
    goliendo a camuesas. 

    Van en carrefilas, jaciendo pinitos, 
    camino e la iglesia... 
    Y yo, qu´era malo, más malo qu´un vendo, 
    me voy detrás d´ellas. 

    Me voy detrás d´ellas sin ver a los gallos 
    que riñen los mozos en las corraleras; 
    sin tomá las once, 
    sin jugá las perras. 

    Me voy tras las mozas 
    porque vá con ellas, 
    la que yo dinguelo, 
    la que me dinguela. 
    con sus ojos negros de mirás mu tristes 
    con sus ojos tristes de mirás mu negras. 

    Yo qu´era tan malo, 
    me voy pa l´iglesia 
    sin tomá las once, 
    sin jugá las perras, 
    sin dir... a las riñas 
    de las corraleras. 

    ¡Que jormá te pones! – me icen los viejos,- 
    ¡que güeno qu´eres! – me icen las viejas- 
    ¡Chacho! ¿que t´ha dao? – me icen los mozos 
    dende la taberna. 
    M´ha dao la vía, 
    la vía qu´es güena 
    cuando se trebaja 
    por una querencia, 
    cuando por un argo, que llevamos drento 
    se sufre y se pena; 
    cuando, de roillas, 
    drento de la iglesia, 
    rezando, lloramos 
    sin danos verguenza. 
    La quiero y me quiere, 
    espero y espera 
    jasta que yo junte pa dale las donas, 
    jasta qu´ella s´haga´l ajuá con la hijuela. 

    Tocan las campanas, 
    la gente s´alegra. 
    Mi novia va a misa; 
    yo voy detrás d´ella, 
    y alli, mesmamente delante del Cristo, 
    jincao en la tierra, 
    rezando las cosas qu´a mi m´enseñaron 
    cund´iba a la escuela, 
    una vos me ice: ¡sé güeno y trebaja!; 
    y otra vos me ice: ¡trebaja y espera! 



       II 


    ¡Qué güena y qué santa! 
    Qué santa y qué güena!... 
    Con lo que me quiere, ni siquiá me mira 
    drento de la iglesia. 

    Por eso me icen 
    qu´a mí me disprecia 
    porque no me mira 
    drento de l´iglesia. 

    ¡Juy, que cacho e brutos! 
    ¡Juy, que mal que piensan! 
    Si mesmitamente 
    lo qu´a mí m´alegra 
    es que no se istraiga, 
    es que no m´atienda, 
    pa qu´asin la Virgen mus dé de seguía 
    lo qu´ella la pie ca ves que la reza. 



       III 


    Cariños mu jondos son dambos cariños, 
    querencias mu jondas son dambas querencias. 

    Cuando con la jacha 
    descuajo en la jesa, 
    las ramas se runden, 
    la jacha se mella, 
    y yo, que soy juerte, 
    me queo sin juerzas... 

    Cuando yo la vide 
    po la ves primera, 
    preciìó la cosa de nuestro noviajo 
    con nuestros quereles y nuestras querencias. 

    Yo sé qu´el cariño d´ella no se runde, 
    ni el mio se mella, 
    que semos más duros que los arcornoques 
    y más que los jierros de las jerramientas. 

    ¡Qué juerza más grande llevamos por drento! 
    ¡que juerza, qué juerza! 

    Cuando con el burro salgo mu templano 
    camino e la jesa, 
    siempre me la encuentro 
    barriendo la puerta; 
    y siempre me ice: – ¡Anda con Dios hombre!- 
    y siempre le igo: – ¡Quéate con Dios Petra!- 
    y le doy al burro pa qu´ande más listo, 
    y ella barre, barre, mucho más depriesa... 

    Y si, ya mu lejos, 
    güervo la cabeza, 
    me mira y se rie 
    con esa risina que tanto m´alegra... 

    ¡Qué trebajaora! 
    ¡Qué guapa y qué güena! 
    ¡Si paece mentira 
    que tanto me quiera! 

    Tocan las campanas 
    tocan dando güertas... 

    Unos güenos mozos, cantando flamenco, 
    jacen gorgoritos en una taberna. 

    Hay riñas de gallos 
    en la resolana de las corraleras; 
    y en el artozano, junt´a los ceviles, 
    unos zagalones se juegan las perras... 

    ¡Juy, que cacho e brutos! 
    ¡Juy, que mal que piensan 
    creyendo que asina son las diversiones 
    de la gente nueva! 

    Y ¡es claro!, por eso, ¡qué corcio!, me icen 
    qu´ella me disprecia 
    porque no me mira 
    drento de la iglesia 
    con sus ojos negros de mirás mu tristes, 
    con sus ojos tristes de mirás mu negras. 

    •    I 


      Tocan las campanas 
      la gente s´alegra. 
      Unos güenos mozos, cantando flamenco, 
      jacen gorgoritos en una taberna. 

      Tocan las campanas, 
      tocan dando güertas, 
      qu´asin tocan siempre 
      los días de fiesta.