Se alejaban desvalidas bandadas de pájaros dejando en el cielo dudas y temblores. El aire vestía de esencias la tarde, y el corazón buscaba el sur de las palabras, la dulce marea cristalina de la infancia, los ecos, los sauces, las lunas redondas, los versos de siempre, el vértigo y la flor de las vidas, de las cosas amadas, desasidas. Se alejaban desvalidas bandadas de pájaros, y novias oscuras cruzaban los puentes. Y las saetas indescifradas buscaban herir las manos que buscaron la luz. Al fondo la niebla, la plomiza estancia, la tierra dormida de viejas pasiones, el paso en la bruma, la senda marcada, los tardos arcángeles del sueño cansado. Se alejaban desvalidas bandadas de pájaros, y la ciudad se dormía como un niño. Y el amor era algo impronunciable, una lengua sumida en el lamento, un beso de tinta desaforada que muere en el ocaso, una verdad rasguñada, soledad dolorosa de ventanas cerradas. Y se alejaban bandadas de pájaros, la fe que volaba, marchita y secreta, dejando en el viento su huidizo temblor.
Se alejaban desvalidas bandadas de pájaros dejando en el cielo dudas y temblores. El aire vestía de esencias la tarde, y el corazón buscaba el sur de las palabras, la dulce marea cristalina de la infancia, los ecos, los sauces, las lunas redondas,