Lloraba la niña (y tenía razón) la prolija ausencia de su ingrato amor. Dejóla tan niña, que apenas creo yo que tenía los años que ha que la dejó. Llorando la ausencia del galán traidor, la halla la Luna y la deja el Sol, añadiendo siempre pasión a pasión, memoria a memoria, dolor a dolor. Llorad, corazón, que tenéis razón.
Dícele su madre: 'Hija, por mi amor, que se acabe el llanto, o me acabe yo.' ella le responde: 'No podrá ser, no: las causas son muchas, los ojos son dos. Satisfagan, madre, tanta sinrazón, y lágrimas lloren en esta ocasión, tantas como dellos un tiempo tiró flechas amorosas el arquero dios. Ya no canto, madre, y si canto yo, muy tristes endechas mis canciones son; porque el que se fue, con lo que llevó, se dejó el silencio, y llevó la voz.' llorad, corazón, que tenéis razón.