Vuelas, oh tortolilla, y al tierno esposo dejas en soledad y quejas; vuelves después gimiendo, recíbete arrullando, lasciva tú, si él blando. Dichosa tú mil veces, que con el pico haces dulces guerras de Amor y dulces paces.
Testigo fue a tu amante aquel vestido tronco de algún arrullo ronco; testigo también tuyo fue aquel tronco vestido de algún dulce gemido; campo fue de batalla y tálamo fue luego: árbol que tanto fue perdone el fuego.
Mi piedad una a una contó, aves dichosas, vuestras quejas sabrosas; mi envidia ciento a ciento contó, dichosas aves, vuestros besos süaves. Quien besos contó y quejas las flores cuente a Mayo, y al cielo las estrellas rayo a rayo.
Injuria es de las gentes que de una tortolilla Amor tenga mancilla, y que de un tierno amante escuche, sordo, el ruego y mire el daño, ciego. Al fin es dios alado, y plumas no son malas para lisonjear a un dios con alas.