Confesión, de Luis Gonzaga Urbina | Poema

    Poema en español
    Confesión

    Bien está: me río 
    porque es una forma de pudor la risa; 
    pero muy adentro, muy solo, muy mío, 
    un pesar cansado se me vuelve hastío 
    y un último anhelo se me extingue aprisa. 
    Mas no me contemples tan sólo la cara; 
    acerca a mi espíritu —que es vaso pequeño— 
    tu vida, radiante de júbilo, para 
    gustar de la gota de miel de un ensueño. 
    Del juvenil cántico, 
    un eco remoto queda todavía 
    en tal cual epigrama romántico, 
    y en una que otra sutil ironía. 
    Hace tiempo adquirí la destreza 
    de ser frívolo. Ve mi alegría: 
    ¿que de cuando en cuando sale la tristeza 
    en un gesto ambiguo de melancolía? 
    Vivo y basta. Muerdo los frutos amargos 
    de mi otoño, anuncio de un vecino invierno; 
    para mi fastidio los días son largos, 
    ásperas las piedras, y el camino, eterno. 

    ¡Bah! ¡No importa! Deja que alumbre mi paso 
    una intermitente luz de poesía; 
    yo voy como todos, sin rumbo, al acaso... 
    Bebe, y no preguntes si hay hiel en el vaso: 
    ¡Déjame que ría!

    • Fue en junio y a mediodía, 
      bajo el follaje sonoro 
      de un árbol, que parecía 
      gigantesco brazo moro 
      que de la tierra salía 
      para ofrecer su tesoro 
      a la inmensidad del cielo: 
      un verde y flotante velo 
      de luz, tramado de oro. 

    • A Ignacio M. Luchichi 
       
      Como al fondo del mar baja 
      el buzo en busca de perlas, 
      la inspiración baja a veces 
      al fondo de mis tristezas 
      para recoger estrofas 
      empapadas con mis penas. 
      Y en cada uno de mis versos