Nocturno sensual, de Luis Gonzaga Urbina | Poema

    Poema en español
    Nocturno sensual

    Yo estaba entre tus brazos. y repentinamente, 
    no sé cómo, en un ángulo de la alcoba sombría, 
    el aire se hizo cuerpo, tomó forma doliente, 
    y era como un callado fantasma que veía. 

    Veía, entre el desorden del lecho, la blancura 
    de tu busto marmóreo, descubierto a pedazos; 
    y tus ojos febriles, y tu fuerte y obscura 
    cabellera... y veía que yo estaba en tus brazos. 

    En el fondo del muro, la humeante bujía, 
    trazando los perfiles de una estampa dantesca, 
    nimbaba por instantes con su azul agonía 
    un viejo reloj, como una ancha faz grotesca. 

    Con un miedo de niño me incorporé. Ninguna 
    vez, sentí más silencio que en esa noche ingrata. 
    El balcón era un marco de reflejos de luna 
    que prendía en la sombra sus visiones de plata. 

    Temblé de ansia, de angustia, de sobrecogimiento; 
    y el pavor me hizo al punto comprender que salía 
    y se corporizaba mi propio pensamiento... 
    y era como un callado fantasma que veía. 

    Los ojos de mi alma se abrieron de repente 
    hacia el pasado, lleno de fútiles historias; 
    y entonces supe cómo tomó forma doliente 
    la más inmensamente triste de mis memorias. 

    —¿Qué tienes?—me dijiste mirándome lasciva. 
    —¿Yo? Nada...— y nos besamos. 
                                   Y así, en la noche incierta, 
    lloré, sobre la carne caliente de la viva, 
    con la obsesión helada del cuerpo de la muerta. 

    • Fue en junio y a mediodía, 
      bajo el follaje sonoro 
      de un árbol, que parecía 
      gigantesco brazo moro 
      que de la tierra salía 
      para ofrecer su tesoro 
      a la inmensidad del cielo: 
      un verde y flotante velo 
      de luz, tramado de oro. 

    • A Ignacio M. Luchichi 
       
      Como al fondo del mar baja 
      el buzo en busca de perlas, 
      la inspiración baja a veces 
      al fondo de mis tristezas 
      para recoger estrofas 
      empapadas con mis penas. 
      Y en cada uno de mis versos