¡Otra vez, otra vez el terror! Un día y otro día, Sin campanas, sin protesta. Galicia ametrallada en las cunetas de sus caminos. Nos llega otro grito. Señor ¿qué hicimos? -No hables en voz alta- ¿Hasta cuando durará este gran entierro? -No llores que pueden escucharte. Hoy no lloran más que los que aman a Galicia- ¡Los millares de horas, de siglos, que hicieron falta para hacer un hombre! Tienen que llenar todavía las cunetas con sangre de maestros y de obreros. Barro, sangre y lágrimas en los surcos son simiente. Dulcemente llueve. En viso, me rodea una eterna noche. Ya no tendré palabras para mis versos. Desvelado, por la mañana temprano Bajo por un camino. En los pazos donde se trama el crimen Ondean banderas goteando anilina. Hay un aire de palomas muertas. Me estremezco otra vez de miedo. Señor, esto es el hombre. Todas las puertas están cerradas. Con nadie puedes cambiar tu sonrisa. En los arrabales banderas agitadas y rasgadas. Deja atrás la ciudad. Tú sabes que todos los días hay un hombre muerto en la cuneta que nadie conoce todavía. Una mujer sobre el cadáver de su marido Llora. Llueve. ¡Negra sombra, negra sombra! Yo sé bien que hay un misterio en nuestra tierra. Más allá de la niebla, Más allá del mar, Más allá de la lluvia, Más allá del bosque.
¡Otra vez, otra vez el terror! Un día y otro día, Sin campanas, sin protesta. Galicia ametrallada en las cunetas de sus caminos. Nos llega otro grito. Señor ¿qué hicimos? -No hables en voz alta- ¿Hasta cuando durará este gran entierro?