Esta tierra es hermosa. Crece sobre mis ojos como una abierta claridad asombrada. La nombro con las cosas que voy amando y que me duelen; Montañas pensativas, lunas que se alzan sobre el chaco Como una boca de horno de pan recién prendido, Yuchanes de leyenda En donde duermen indios y ríos esplendentes, Gauchos envueltos en una gruesa cáscara de silencio Y bejucos volcando su azulina inocencia. Todo eso quiero. Y hablo de contrapuntos encrespados Y de lo que ellos para virilmente sangrientos Cuando el vino en la muerte es un adios morado.
Esta tierra es hermosa. Déjenme que la alabe desbordado, Que la vaya cavando De canto en canto turbio Y en semilla y semilla demorado. Ocurre que me pasa que la pienso despacio Y que empieza a dolerme casi como un recuerdo, Y sin embargo, triste, la festejo. Mato los colibríes que la elogian Como quien apagara los pétalos del aire. Hondeo como un niño ángeles y campanas Y cuando así, dolido, la desnudo, Cuando así la lastimo, Me crece, ay, una lágrima en la que apenas si me reconozco.
Digo que me le entrego. Digo que sin saber la voy amando, Y digo que me vaya perdonando Y en un perdón y en otro que le pido Digo que alegremente voy sangrando.
Esta tierra es hermosa. Crece sobre mis ojos como una abierta claridad asombrada. La nombro con las cosas que voy amando y que me duelen; Montañas pensativas, lunas que se alzan sobre el chaco Como una boca de horno de pan recién prendido, Yuchanes de leyenda