Ángelus domini, de Manuel José Othón | Poema

    Poema en español
    Ángelus domini

       I 


    Sobre el tranquilo lago, occiduo el día, 
    flota impalpable y misteriosa bruma 
    y a lo lejos vaguísima se esfuma 
    profundamente azul, la serranía. 

    Del cielo en la cerúlea lejanía 
    desfallece la luz. Tiembla la espuma 
    sobre las ondas de zafir, y ahúma 
    la chimenea gris de la alquería. 

    Suenan los cantos del labriego; cava 
    la tarda yunta el surco postrimero. 
    Los últimos reflejos de luz flava 

    en el límite brillan del potrero 
    y, a media voz, la golondrina acaba 
    su gárrulo trinar, bajo el alero. 



       II 


    Ondulante y azul, trémulo y vago, 
    el ángel de la noche se avecina, 
    del crepúsculo envuelto en la neblina 
    y en los vapores gráciles del lago. 

    Del septentrión al murmurante halago 
    los pliegues de su túnica divina 
    se extienden sobre el valle y la colina, 
    para librarlos del nocturno estrago. 

    Su voz tristezas y consuelo vierte. 
    Humedecen sus ojos de zafiro 
    auras de vida y ráfagas de muerte. 

    Levanta el vuelo en silencioso giro 
    y, al llegar a la altura, se convierte 
    en oración, y lágrima, y suspiro. 

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