Sé buena. Es el secreto. Llora, o ríe de veras Que se asome a tus ojos y a tus labios de grana. la ternura de tu corazón, sin las hueras flores de trapo de la retórica vana, ¡Oh la sabiduría en amor! ¡Si tú vieras!... Es tan corta..., que linda con la tortura insana de una pasión conceptuosa y sus maneras.... Sé buena. Es el secreto. Sé mi amante y mi hermana. . Con tus ojos azules y tu pelo de oro,. sé consecuente. El Ars Amandi da al olvido. Quema tu alma en el ara del amor soberano. No pretendas vencer. Ríndete. Y que el tesoro de tu hermosura sea dulcemente ofrecido, como al sediento un sorbo de agua pura en la mano.
II
Y en una dulce convalecencia, una mañana. limpia y azul como tus ojos, una. de esas mañanas de cristal y grana. que aun dejan ver el pulido semblante de la luna... . pasearemos la gloria -dulce paz sin victoria-. de nuestro amor tranquilo, bajo del claro cielo... Y dirá el agua pura nuestra sencilla historia. . Y nuestras sombras débiles, juntas llevará el suelo. . El campo verde joven, bañado por la brisa, . movido como por una alocada risa. feliz, recorreremos. Y tú conmigo, sola, en el paisaje inmenso, en el aire fragante, divinamente mudo, me tenderás, amante, tus rojos labios como una roja amapola.
¡Qué bonita es la princesa! ¡qué traviesa! ¡qué bonita la princesa pequeñita de los cuadros de Watteau! Yo la miro, ¡yo la admiro, yo la adoro! Si suspira, yo suspiro; si ella llora, también lloro; si ella ríe, río yo.
El médico me manda no escribir más. Renuncio, pues, a ser un Verlaine, un Musset, un D’ Annunzio —¡no que no!—, por la paz de un reposo perfecto, contento de haber sido el vate predilecto de algunas damas y de no pocos galanes,