Allá en lejanas tierras
de mi perdida infancia
duerme un viejo amigo
en su negra fosa.
Y entre sus dedos yertos
lleva apretando fuerte
la razón austera
de mi gran locura.
Y mientras aguardo el final
de este fin que nunca llega
Allá en lejanas tierras
de mi perdida infancia
duerme un viejo amigo
en su negra fosa.
Y entre sus dedos yertos
lleva apretando fuerte
la razón austera
de mi gran locura.
Y mientras aguardo el final
de este fin que nunca llega
piensa todo el mundo
que caí en locura.
Pensamientos rojos.
Sentimientos grises.
Sensaciones extrañas
por la tierra perdida.
La lejana infancia.
El ocaso perdido.
La razón y la locura,
todas fundidas en una.
¿Dónde acaba la una
dónde empieza la otra
si en torbellino gris
todos se vuelven una?
¿Dónde está el final,
dónde el principio,
si en un lapso colgando
yace el alma perdida?
Con la vista nublada
tienta, buscando a oscuras,
la razón austera
de su gran locura.
Ceniciento huele el aire,
ceniciento el cuerpo inerte,
colgando apesta el ambiente
sin sol, ni luz, ni sombra.