Asunción de ti, de Mario Benedetti | Poema

    Poema en español
    Asunción de ti

      


    Quién hubiera creído que se hallaba 
    sola en el aire, oculta, 
    tu mirada. 
    Quién hubiera creído esa terrible 
    ocasión de nacer puesta al alcance 
    de mi suerte y mis ojos, 
    y que tú y yo iríamos, despojados 
    de todo bien, de todo mal, de todo, 
    a aherrojarnos en el mismo silencio, 
    a inclinarnos sobre la misma fuente 
    para vernos y vernos 
    mutuamente espiados en el fondo, 
    temblando desde el agua, 
    descubriendo, pretendiendo alcanzar 
    quién eras tú detrás de esa cortina, 
    quién era yo detrás de mí. 
    Y todavía no hemos visto nada. 
    Espero que alguien venga, inexorable, 
    siempre temo y espero, 
    y acabe por nombrarnos en un signo, 
    por situarnos en alguna estación 
    por dejarnos allí, como dos gritos 
    de asombro. 
    Pero nunca será. Tú no eres ésa, 
    yo no soy ése, ésos, los que fuimos 
    antes de ser nosotros. 

    Eras sí pero ahora 
    suenas un poco a mí. 
    Era sí pero ahora 
    vengo un poco de ti. 
    No demasiado, solamente un toque, 
    acaso un leve riesgo familiar, 
    pero que fuerce a todos a abarcarnos 
    a ti y a mí cuando nos piensen solos. 





    Hemos llegado al crepúsculo neutro 
    donde el día y la noche se funden y se igualan. 
    Nadie podrá olvidar este descanso. 
    Pasa sobre mis párpados el cielo fácil 
    a dejarme los ojos vacíos de ciudad. 
    No pienses ahora en el tiempo de agujas, 
    en el tiempo de pobres desesperaciones. 
    Ahora sólo existe el anhelo desnudo, 
    el sol que se desprende de sus nubes de llanto, 
    tu rostro que se interna noche adentro 
    hasta sólo ser voz y rumor de sonrisa. 





    Puedes querer el alba 
    cuando ames. 
    Puedes 
    venir a reclamarte como eres. 
    He conservado intacto tu paisaje. 
    Lo dejaré en tus manos 
    cuando éstas lleguen, como siempre, 
    anunciándote. 
    Puedes 
    venir a reclamarte como eras. 
    Aunque ya no seas tú. 
    Aunque mi voz te espere 
    sola en su azar 
    quemando 
    y tu sueño sea eso y mucho más. 
    Puedes amar el alba 
    cuando quieras. 
    Mi soledad ha aprendido a ostentarte. 
    Esta noche, otra noche 
    tú estarás 
    y volverá a gemir el tiempo giratorio 
    y los labios dirán 
    esta paz ahora, esta paz ahora. 
    Ahora puede venir a reclamarte, 
    penetrar en tus sábanas de alegre angustia, 
    reconocer tu tibio corazón sin excusas, 
    los cuadros persuadidos, 
    saberte aquí. 
    Habrá para vivir cualquier huida 
    y el momento de la espuma y el sol 
    que aquí permanecieron. 
    Habrá para aprender otra piedad 
    y el momento del sueño y el amor 
    que aquí permanecieron. 
    Esta noche, otra noche 
    tú estarás, 
    tibia estarás al alcance de mis ojos, 
    lejos ya de la ausencia que no nos pertenece. 
    He conservado intacto tu paisaje 
    pero no sé hasta dónde esté intacto sin ti, 
    sin que tú le prometas horizontes de niebla, 
    sin que tú le reclames su ventana de arena. 
    Puedes querer el alba cuando ames. 
    Debes venir a reclamarte como eras. 
    Aunque ya no seas tú, 
    aunque contigo traigas 
    dolor y otros milagros. 
    Aunque seas otro rostro 
    de tu cielo hasta mí. 

    Mario Benedetti (Paso de los Toros, Uruguay, 1920-Montevideo, 2009). Se educó en un colegio alemán y se ganó la vida como taquígrafo, vendedor, cajero, contable, funcionario público y periodista. Autor de novelas, relatos, poesía, teatro y crítica literaria, publicó más de cincuenta libros y ha sido traducido a veintitrés idiomas. Fue galardonado con, entre otros, el Premio Reina Sofía de Poesía 1999 y el Premio Iberoamericano José Martí 2000.