Es la casa un palomar
y la cama un jazminero.
Las puertas de par en par
y en el fondo el mundo entero.
El hijo, tu corazón.
Madre que se ha engrandecido.
Dentro de la habitación
todo lo que ha florecido.
El hijo te hace un jardín,
y tú has hecho al hijo, esposa,
la habitación del jazmín,
el palomar de la rosa.
Alrededor de tu piel
ato y desato la mía.
Un mediodía de miel
rezumas: un mediodía.
¿Quién en esta casa entró
y la apartó del desierto?
Para que me acuerde yo
alguien que soy yo y ha muerto.
Viene la luz más redonda
a los almendros más blancos.
La vida, la luz se ahonda
entre muertos y barrancos.
Venturoso es el futuro,
como aquellos horizontes
de pórfido y mármol puro
donde respiran los montes.
Arde la casa encendida
de besos y sombra amante.
No puede pasar la vida
más honda y emocionante.
Desbordadamente sorda
la leche alumbra tushuesos.
Y la casa se desborda
con ella, el hijo y los besos.
Tú, tu vientre caudaloso,
el hijo y el palomar.
Esposa, sobre tu esposo
suenan los pasos del mar.