Desde que el alba quiso ser alba, toda eres madre. Quiso la luna profundamente llena. En tu dolor lunar he visto dos mujeres, y un removido abismo bajo una luz serena. . ¡Qué olor a madreselva desgarrada y hendida!
Por los campos luchados se extienden los heridos. Y de aquella extensión de cuerpos luchadores salta un trigal de chorros calientes, extendidos en roncos surtidores.
Eres la noche, esposa: la noche en el instante mayor de su potencia lunar y femenina. Eres la medianoche: la sombra culminante donde culmina el sueño, donde el amor culmina.
Como el toro he nacido para el luto y el dolor, como el toro estoy marcado por un hierro infernal en el costado y por varón en la ingle con un fruto. Como el toro lo encuentra diminuto todo mi corazón desmesurado, y del rostro del beso enamorado,