Canción de amor, de Mihaï Beniuc | Poema

    Poema en español
    Canción de amor

    Ven, canción de amor, 
    desde el corazón de los elementos 
    sobre el ala de la tormenta 
    con el aullido de la tempestad, 
    ven desde los abismos de la noche, 
    a caballo sobre los torbellinos 
    con el hervor de las aguas profundas, 
    que te llevan los pastores del aire 
    en tropeles de estrellas 
    ladradas por el trueno. 
    Ven, torbellino de fantasmas, 
    carro de nubes 
    fustigado por el relámpago 
    roto sobre el espinazo 
    de las tinieblas. 
    Ven, toro del crepúsculo 
    rasgado por el diente de la luna, 
    hoz surgida de las encías del celo. 
    Ven, 
    conmoción de la aurora 
    con la aureola del sol sobre la cabeza, 
    despierta 
    al nenúfar del lago, 
    la tórtola en el nido, 
    la voz de la fábrica en su pecho de metal, 
    el niño en los brazos del sueño, 
    desliga a los borrachos de las heces del vino, 
    las enamoradas de los enlazamientos de la carne, 
    las abejas 
    del calor del panal. 
    Ven sobre mil senderos, 
    nieves fundidas, 
    lluvias mezcladas de sol, 
    hierbas invasoras, esplendor de los campos, 
    hojas caídas, 
    racimos vendimiados, aplastados en el lagar, 
    balbuceo del mosto en los toneles, 
    y cristalízate de un golpe 
    en tres palabras 
    murmuradas por el hombre al oído de la amada, 
    envueltas en el beso, 
    apenas comprendidas, 
    frágiles y cálidas: 
    Estoy cerca de ti. 

    Rafael Alberti
    • Ven, canción de amor, 
      desde el corazón de los elementos 
      sobre el ala de la tormenta 
      con el aullido de la tempestad, 
      ven desde los abismos de la noche, 
      a caballo sobre los torbellinos 
      con el hervor de las aguas profundas, 

    • Tú gritas hacia el hombre que se esconde en ti, 
      él no vuelve la cabeza. 
      Tú le agarras por el hombro, 
      él sigue hacia adelante. 
      Tú vienes a su encuentro por caminos disimulados, 
      sus ojos te miran ciegos. 
      ¿Adónde va el hombre en mí escondido?