Siesta, de Oliverio Girondo | Poema

    Poema en español
    Siesta

    A D. Alfonso Maseras 
     
    Un zumbido de moscas anestesia la aldea. 
    El sol unta con fósforo el frente de las casas, 
    y en el cauce reseco de las calles que sueñan 
    deambula un blanco espectro vestido de caballo. 

    Penden de los balcones racimos de glicinas 
    que agravan el aliento sepulcral de los patios 
    al insinuar la duda de que acaso estén muertos 
    los hombres y los niños que duermen en el suelo. 

    La bondad soñolienta que trasudan las cosas 
    se expresa en las pupilas de un burro que trabaja 
    y en las ubres de madre de las cabras que pasan 

    con un son de cencerros que, al diluirse en la tarde, 
    no se sabe si aún suena o ya es sólo un recuerdo... 
    ¡Es tan real el paisaje que parece fingido!

    • Frescor de los vidrios al apoyar la frente en la ventana. Luces trasnochadas que al apagarse nos dejan todavía más solos. Telaraña que los alambres tejen sobre las azoteas. Trote hueco de los jamelgos que pasan y nos emocionan sin razón. 

    • Lo palpable lo mórbido 
      el conco fondo ardido los tanturbios 
      las tensas sondas hondas los reflujos las ondas de la carne 
      y sus pistilos núbiles contráctiles 
      y sus anexos nidos 
      los languiformes férvidos subsobornos innúmeros del tacto 
      su mosto azul desnudo 

    • Este campo fue mar 
      de sal y espuma. 
      Hoy oleaje de ovejas, 
      voz de avena. 

      Más que tierra eres cielo, 
      campo nuestro. 
      Puro cielo sereno... 
      Puro cielo. 

      ¿De tu origen marino no conservas 
      más caracol que el nido del hornero? 

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