... ¿Dónde está la fruta para nosotros los débiles? Caen las naranjas siempre en otras manos ¿por nuestra culpa, madre, todos esos gajos desprendidos? Redobla la sangre en los huertos de abajo y hay cascadas amarillas en los bosques de arriba ¡No hay culpa, sólo hay herida! Cristales antibalas los de nuestras gafas ¡guerras hay en todos nuestros ojos! ¡Porque no sabemos mirar, porque no sabemos mirar como miráis las madres! ¿Es la fiebre del egoísmo lo que atenaza nuestros corazones? ¿Hay todavía en nosotros una espiga de trigo? Traen los cielos una hoz de tormenta traen los ciervos la despedida ¡Fuertes son los que aman a los débiles! ¡Débiles somos los amados por los fuertes! ¡Y la única misión es salvar a las madres!
Quiero pintar de blanco la hierba de la pradera y el compacto césped que recubre los jardines; todos pensarán que venció la fuerza del desierto y yo seré durante años el Dueño de la vida, dejando que me acaricie la tibieza del sueño alado