Juana volver a mirarte ha sido.
Una enfermedad desconocida lame la tierra.
En el sembrado muchos volcanes que nunca se inflamaron.
Un milagro cuando los colores se convierten en hijos.
Sombras nítidas si es posible en los campanarios.
Cantos claros acallados por el rayo del instinto.
Brotan piedras amarillas de la sangre extraviada.
Algo estremece la edad definitiva de aquel tiempo en los cristales.
Un alivio de flores se subleva como una tormenta.
Quizá ojos y acueductos fundidos por la memoria.
En valles de savia la frialdad terrible de la fatiga.
Una vejez torpemente nueva irrumpe en los canales del espacio.
Los días del suicidio son días de un azul derramado.
Antes una plaga de horas tristes ha labrado el alma.
La pregunta de una llama y en el fuego una llamada.
Es vuelo de pájaros tibios lo que repite el aire.
Destierros sagrados que curan sin descanso.
Cirujanos y pena más altos que el trigo y los muros.
Lentamente protegen tejados de escarcha.
Amenazan las promesas sinceras de la nada.
Sobrevive lo contiguo y luchan los balcones a lo lejos.
Juana volver a mirarte ha sido.
ella afirma que pertenece a la Iglesia Evangélica.
yo la creo.
me dice que debo unirme a su Iglesia.
toco su ronca boca y oigo su voz suave.
ahora intenta adivinar mi profesión:
¿eres marinero?
¿estás loco?
¿vendes cítaras?
yo no respondo.
Tú sigues siendo
el misterio de las apariciones que nunca aparecen
pero
dentro de mí
alguien
cambió
y no volverá a cambiar
jamás
c. 1980
barnízate
te quiero
genio del can-can
docena de flores.
Te resucito
qué imposible resucitarte
tan imposible como deshojar un invierno de árboles
dejémoslo en te resucito
entreabierta y temblorosa
lechuza neorromántica
marioneta viva
con tu boquita de fresas con nata
Te quiero.
Te quiero
porque tu corazón es barato.
para mi madre
escrito el día
30 de marzo de 1979
Una prostituta
ella es la única mujer por mí invadida
o
acaso
tampoco
ella
porque por más que me recuento
... ¿Dónde está la fruta
para nosotros los débiles?
Caen las naranjas
siempre en otras manos
¿por nuestra culpa, madre,
todos esos gajos desprendidos?
Redobla la sangre
en los huertos de abajo
y hay cascadas amarillas
Juana volver a mirarte ha sido.
Una enfermedad desconocida lame la tierra.
En el sembrado muchos volcanes que nunca se inflamaron.
Un milagro cuando los colores se convierten en hijos.
Sombras nítidas si es posible en los campanarios.