... ¿Dónde está la fruta 
para nosotros los débiles? 
Caen las naranjas 
siempre en otras manos 
¿por nuestra culpa, madre, 
todos esos gajos desprendidos? 
Redobla la sangre 
en los huertos de abajo 
y hay cascadas amarillas 
en los bosques de arriba 
¡No hay culpa, 
sólo hay herida! 
Cristales antibalas los de nuestras gafas ¡guerras hay en todos nuestros ojos! 
¡Porque no sabemos mirar, 
porque no sabemos mirar 
como miráis las madres! 
¿Es la fiebre del egoísmo 
lo que atenaza nuestros corazones? 
¿Hay todavía en nosotros 
una espiga de trigo? 
Traen los cielos una hoz de tormenta 
traen los ciervos la despedida 
¡Fuertes son los que aman a los débiles! 
¡Débiles somos los amados por los fuertes! 
¡Y la única misión 
es salvar a las madres! 
(para mi madre 23 diciembre 1992 –manuscrito–)
Tú sigues siendo 
el misterio de las apariciones que nunca aparecen 
    pero 
    dentro de mí 
    alguien 
    cambió 
    y no volverá a cambiar 
    jamás 
ella afirma que pertenece a la Iglesia Evangélica. 
yo la creo. 
me dice que debo unirme a su Iglesia. 
toco su ronca boca y oigo su voz suave. 
ahora intenta adivinar mi profesión: 
¿eres marinero? 
¿estás loco? 
¿vendes cítaras? 
yo no respondo. 
c. 1980
barnízate 
    te quiero 
    genio del can-can 
    docena de flores. 
Te resucito 
    qué imposible resucitarte 
    tan imposible como deshojar un invierno de árboles 
dejémoslo en te resucito 
    entreabierta y temblorosa 
    lechuza neorromántica 
    marioneta viva 
con tu boquita de fresas con nata 
 
    para mi madre 
    escrito el día 
    30 de marzo de 1979 
 
Una prostituta 
    ella es la única mujer por mí invadida 
    o 
    acaso 
    tampoco 
    ella 
    porque por más que me recuento 
... El Joven Carne de Horca levanta sus botas de bandolero 
muy por encima de su cara verdosa 
y envía a la escupidera un trozo de sí mismo sin envoltura alguna, 
pero a pesar de todo, alegre tras sus audacias, 
no se siente disminuido, el cambio le deja intacto. 
Te quiero. 
Te quiero 
porque tu corazón es barato. 
... ¿Dónde está la fruta 
para nosotros los débiles? 
Caen las naranjas 
siempre en otras manos 
¿por nuestra culpa, madre, 
todos esos gajos desprendidos? 
Redobla la sangre 
en los huertos de abajo 
y hay cascadas amarillas