... ¿Dónde está la fruta para nosotros los débiles? Caen las naranjas siempre en otras manos ¿por nuestra culpa, madre, todos esos gajos desprendidos? Redobla la sangre en los huertos de abajo y hay cascadas amarillas en los bosques de arriba ¡No hay culpa, sólo hay herida! Cristales antibalas los de nuestras gafas ¡guerras hay en todos nuestros ojos! ¡Porque no sabemos mirar, porque no sabemos mirar como miráis las madres! ¿Es la fiebre del egoísmo lo que atenaza nuestros corazones? ¿Hay todavía en nosotros una espiga de trigo? Traen los cielos una hoz de tormenta traen los ciervos la despedida ¡Fuertes son los que aman a los débiles! ¡Débiles somos los amados por los fuertes! ¡Y la única misión es salvar a las madres!
ella afirma que pertenece a la Iglesia Evangélica. yo la creo. me dice que debo unirme a su Iglesia. toco su ronca boca y oigo su voz suave. ahora intenta adivinar mi profesión: ¿eres marinero? ¿estás loco? ¿vendes cítaras? yo no respondo.
Te resucito qué imposible resucitarte tan imposible como deshojar un invierno de árboles dejémoslo en te resucito entreabierta y temblorosa lechuza neorromántica marioneta viva con tu boquita de fresas con nata
... ¿Dónde está la fruta para nosotros los débiles? Caen las naranjas siempre en otras manos ¿por nuestra culpa, madre, todos esos gajos desprendidos? Redobla la sangre en los huertos de abajo y hay cascadas amarillas
Juana volver a mirarte ha sido. Una enfermedad desconocida lame la tierra. En el sembrado muchos volcanes que nunca se inflamaron. Un milagro cuando los colores se convierten en hijos. Sombras nítidas si es posible en los campanarios.