ella afirma que pertenece a la Iglesia Evangélica.
yo la creo.
me dice que debo unirme a su Iglesia.
toco su ronca boca y oigo su voz suave.
ahora intenta adivinar mi profesión:
¿eres marinero?
¿estás loco?
¿vendes cítaras?
yo no respondo.
... ¿Dónde está la fruta
para nosotros los débiles?
Caen las naranjas
siempre en otras manos
¿por nuestra culpa, madre,
todos esos gajos desprendidos?
Redobla la sangre
en los huertos de abajo
y hay cascadas amarillas
en los bosques de arriba
¡No hay culpa,
sólo hay herida!
Cristales antibalas los de nuestras gafas ¡guerras hay en todos nuestros ojos!
¡Porque no sabemos mirar,
porque no sabemos mirar
como miráis las madres!
¿Es la fiebre del egoísmo
lo que atenaza nuestros corazones?
¿Hay todavía en nosotros
una espiga de trigo?
Traen los cielos una hoz de tormenta
traen los ciervos la despedida
¡Fuertes son los que aman a los débiles!
¡Débiles somos los amados por los fuertes!
¡Y la única misión
es salvar a las madres!
(para mi madre 23 diciembre 1992 –manuscrito–)