Tu mezquita y tu río, de Pedro Casariego | Poema

    Poema en español
    Tu mezquita y tu río

     
        para mi madre 
        escrito el día 
        30 de marzo de 1979 

     
    Una prostituta 
        ella es la única mujer por mí invadida 
        o 
        acaso 
        tampoco 
        ella 
        porque por más que me recuento 
        no hallo vestigio 
        de perfume o de célula o de compra o de club 
        o de aquel taxi 
    aunque allí estábamos todos, 
        madre, 
    los bienaventurados y los aventureros 
    allí estábamos todos 
    en la edad del vagabundeo y sin piernas 
    sin piernas como el pobre Mori Ahio 
    como él mordidos por un tren hambriento 

    pescadores de Galilea ha llegado la hora de la repesca. 

    Le dije que me llamaba Azul 
    y gracias al cielo no era tan blanca como la peluquería Noëlle 
    así que busqué en ella a las hijas del Atlas 
    ambos sin el virus del amor 
    aquel día la noche había bajado veloz por su tobogán de luces 
    y sus estrellas eran nubes. 

        Madre, 
    eres la mujer más lista del mundo después de Madame Curie 
    o empatada con Madame Curie 
    si exageramos un poco 
    y yo por ti exagero un poco 
    y hasta mucho más que un poco 
        de azúcar 
        en mi ruso 
        señor camarero árabe 
    poblando de parálisis mi alma 
    mi museo de aromas 
    tan mísero de aromas 
    mi monotonía de caja de música 
    orgulloso de soledades 
    y de maldad 
    pero sobre todo de bondad 

    soy todo lo bondadoso que puede ser un buitre 
        que no es mucho 
    y todo lo viejo que sabe ser un viejo 
        que ya va siendo más 
    mi alma de reposición y filmoteca 
    tan fanática 
    a su lado los locos se convierten en loqueros. 

    Minutos con ella 
    entonces pronunciar las palabras mágicas 
    palabras como 
        baobab 
        arrayán 
        y otra vez baobab 

    pero no las pronuncié 
    sobre su carne para perros 
    carne para perros Lassie 
        soy el perro que en la luna escarba una hoguera de signos 
        y 
        sólo 
        la 
        muerte 
        me hace 
        la vida 
        imposible. 

        Madre, 
        madre yo solo qué hielo soy 
        yo que desconozco el argot del amor 
        para ti quemo las penas que me frecuentan 
        ven aquí donde te midan mis penas 
        mezquinas como aritméticas 

        madre, 
        tu imperdible 
        el imperdible de tu tiempo 
        tu tiempo imperdible 

        siempre 
        he aquí tu permanecer 
        sobre nuestra permanencia 
        he aquí 
        tu mezquita 
        y tu río