... El Joven Carne de Horca levanta sus botas de bandolero muy por encima de su cara verdosa y envía a la escupidera un trozo de sí mismo sin envoltura alguna, pero a pesar de todo, alegre tras sus audacias, no se siente disminuido, el cambio le deja intacto. El muchacho que ama las trifulcas parece alto o bajo según se le mire, y elabora complicadas Añagazas junto a la chimenea color de barco despintado pensando en la mujer de la nuca dorada y el abrigo azulado; ella le habló del Río Negro al morir la fiesta nocturna, su pálida boca compartida por dos espejos. Carne de Horca dispara y acierta seis veces de cada siete, aunque yerra en los Grandes Concursos, y podrá montar una foca en el próximo rodeo con bastantes posibilidades de vencer, nunca cepilla sus trajes y cuenta hasta ciento siete sin haber ensuciado la escuela. No os riáis de mí; él es mi hermano mayor, y cuando le suban al roído Patíbulo jugará con el calendario y continuará Alterando las Fechas.