Mira, vamos a salir, de Pedro Salinas | Poema

    Poema en español
    Mira, vamos a salir

    Mira, vamos a salir 
    de tanto ser tú y ser yo. 
    Deja tu cuerpo dormido, 
    deja mi cuerpo a tu lado, 
    déjalos. 

    Deja tu nombre y el mío, 
    deja lo que nos dolió 
    y vamos a descansar 
    de nosotros, con nosotros; 
    vamos a jugar a que éramos 
    los mismos, pero otros dos. 
    Ya sin el cuerpo ni el nombre 
    vamos a probarnos formas, 
    seres, a ver si vivimos 
    en otra cosa mejor. 

    Vamos a probarnos árboles; 
    dos árboles que aunque tengan 
    muy apartados los troncos, 
    se buscarán por arriba, 
    se encontrarán con sus hojas, 
    se tocarán con la flor. 

    Vamos a probarnos olas 
    que corren una tras otra, 
    separadas y jugando, 
    hasta que en la arena tibia 
    se les acaba el ser dos. 
    Y si aún te sobra materia 
    vamos más allá. Podemos 
    ser dos silencios, tan juntos 
    que nadie sienta que ese 
    silencio de alrededor, 
    es doble, porque dos voces 
    callándose, lo forjaron 
    para entenderse mejor. 

    Y si quieres más probemos 
    a ser luz, 
    tú una llama, yo otra llama, 
    tú una mitad, yo la otra 
    de esa luz, que para serlo 
    a los dos nos necesita 
    y nos contiene a los dos. 

    Y todavía podemos 
    huir más allá: 
    fingirnos que no existimos, 
    vivir 
    en un mundo prenatal 
    en donde estar juntos sea 
    un inmenso estar perdidos 
    uno en otro, indivisibles, 
    como en el mar y en el cielo, antes 
    que los separara Dios. 

    Y luego verás qué alegre 
    es el regreso a nosotros, 
    el encontrarme contigo, 
    conmigo, con el dolor, 
    con tu voz y con mi nombre. 

    Verás, verás, qué milagro 
    es mirarnos, es tocarnos, 
    verás qué revelación 
    es vernos, volver a vernos 
    en estos rostros fatales 
    donde el alma nos vivió. 
    Por jugar a que dejábamos 
    de amarnos, ¡qué verdadero 
    nos va a ser siempre el amor! 
    ¡Qué pareja 
    nos va a nacer, tan alegre, 
    tan segura, de este adiós!

    Pedro Salinas (Madrid, 1891-Boston, 1951), autor de poemarios emblemáticos como Seguro azar, La voz a ti debida o El contemplado, es una figura clave del panorama cultural español del siglo XX. También cabe destacar su obra epistolar, en la que destaca Cartas a Katherine Whitmore y su Correspondencia (1923-1951) con el también poeta Jorge Guillén. Su vida, consagrada a la poesía y a la literatura, estuvo marcada por su exilio a Estados Unidos en 1936. 

    • Si te quiero 
      no es porque te lo digo; 
      es porque me lo digo y me lo dicen. 
      El decírtelo a ti, ¡Que poco importa 
      a esa pura verdad que es en su fondo 
      quererte! Me lo digo, 
      y es como un despertar de un no decirlo, 
      como un nacer desnudo, 

    • Qué alegría, vivir 
      sintiéndose vivido. 
      Rendirse 
      a la gran certidumbre, oscuramente, 
      de que otro ser, fuera de mí, muy lejos, 
      me está viviendo. 
      Que cuando los espejos, los espías, 
      azogues, almas cortas, aseguran 
      que estoy aquí, yo, inmóvil, 

    • ¿Serás, amor 
      un largo adiós que no se acaba? 
      Vivir, desde el principio, es separarse. 
      En el primer encuentro 
      con la luz, con los labios, 
      el corazón percibe la congoja 
      de tener que estar ciego y solo un día. 
      Amor es el retraso milagroso 

    • Quietas, dormidas están, 
      las treinta, redondas, blancas. 
      Entre todas 
      sostienen el mundo. 
      Míralas, aquí en su sueño, 
      como nubes, 
      redondas, blancas, y dentro 
      destinos de trueno y rayo, 
      destinos de lluvia lenta,